Mar Tarazona Beltrán. Odontóloga
La respiración es un proceso fisiológico indispensable para la vida del ser humano, en condiciones normales se realiza por las fosas nasales y tiene funciones bactericidas y de caldeamiento del aire. Gracias a este proceso el organismo adquiere oxígeno y libera dióxido de carbono producido por la actividad metabólica celular. Se encuentran involucrados los pulmones, el tórax, el diafragma, el abdomen y los músculos intercostales, adicionalmente trabajan en conjunto con el sistema nervioso central y el sistema cardiopulmonar. La respiración oral sólo debería intervenir en los momentos de esfuerzos físicos o cuando hay alguna infección respiratoria transitoria.
Los motivos más comunes de la respiración oral son las obstrucciones de la vía aérea superior como alteraciones a nivel de las narinas, desviaciones del tabique, masas intranasales, hipertrofia de cornetes, secreciones nasales abundantes, hipertrofia de adenoides, atresia o estenosis de coanas, hipertrofia severa de amígdalas, rinitis alérgica, procesos inflamatorios, tumores, pólipos... Todas estas obstrucciones las tiene que valorar el otorrino y ofrecer los distintos tratamientos necesarios para solucionarlas y asegurar el paso de aire por la nariz.
Los respiradores bucales por mal hábito son pacientes que en algún momento tuvieron un factor obstructivo que condicionó este tipo de respiración y que, como consecuencia de ello, se acostumbraron a respirar de forma no fisiológica.
Existen pacientes que tienen hiperlaxitud ligamentosa, son niños que tienen alteraciones posturales, la mandíbula tiende a caer y el paciente abre la boca favoreciendo una respiración bucal.
Tenemos que tener en cuenta las intolerancias alimentarias, ya que una de las consecuencias graves de una intolerancia o alergia alimentaria es la hipertrofia mucosa de las vías respiratorias altas, que genera una obstrucción o estrechamiento del paso del aire desde el exterior a través de las fosas nasales. Esta dificultad favorece la apertura de la boca durante la respiración para completar las necesidades de oxígeno de nuestro cuerpo. El alérgeno más próximo es el alimento que ingerimos, el cual hay que masticar, deglutir y realizar la digestión, absorción y eliminación de los residuos o los tóxicos alimentarios a través de los órganos de eliminación, uno de los cuales es la mucosa del aparato respiratorio, que responde con infecciones de repetición.
Para poder evaluar si un paciente es respirador oral o no, debemos estar atentos desde el momento en que el paciente entra por la puerta, su manera de hablar, sus rasgos y características faciales, ojeras y ojos cansados, pómulos aplanados, cara alargada y estrecha y labios secos y agrietados que chupa con frecuencia. Y también si mantiene los labios cerrados o abiertos cuando está en reposo. Si es un niño, a los padres hay que preguntarles: ¿duerme con la boca abierta?, ¿ronca o incluso hace apneas?, ¿come con la boca abierta?, ¿se pone malito a menudo?, ¿tiene otitis frecuentes?, ¿suele tener abundantes mocos e incluso tos cuando se acuesta?
Finalmente cuando le revisemos la boca hay que evaluar la presencia de maloclusiones, la lengua en posición baja, el paladar estrecho y hundido, retraso en la dentición y presencia de gingivitis, que son características de los respiradores bucales.
Test
Podemos realizar unos test sencillos para valorar si el paciente tiene una patología asociada a su problema respiratorio, pero siempre será el otorrinolaringólogo el que diagnostique si existe o no una obstrucción respiratoria.
El reflejo nasal de Gudin: al paciente con la boca cerrada se le comprimen las alas de la nariz durante 30 segundos, soltándolas rápidamente. La respuesta refleja sería una dilatación inmediata de las alas nasales en los respiradores nasales, siendo poca o inexistente en los respiradores orales.
Apagar la vela: el paciente debe soplar por la nariz, una vez por cada lado, y apagar una vela encendida situada a una distancia prudencial. El paciente debería poder apagar la vela; si por algún lado no lo consigue, podría haber una obstrucción nasal.
El algodón: se coloca un pequeño trozo de algodón cerca del orificio nasal y el paciente debe inspirar y expirar, habiendo un movimiento del algodón ante la corriente del aire. Si no se mueve en alguno de los dos lados podría haber una obstrucción nasal.
El espejo de Glatzel: colocamos un espejo bajo la nariz del paciente y le decimos que inspire y espire. El espejo se debe empañar simétricamente.
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