Mar Tarazona Beltrán. Odontóloga
Hay manifestaciones clínicas de los respiradores orales, cambios faciales, bucales, a nivel corporal y también fisiológicos.
Cambios faciales:
Aumento del tercio facial inferior.
Rasgos faciales típicos, cara larga y estrecha, ojeras profundas, nariz pequeña, ojos caídos, boca abierta, incompetencia labial.
Narinas estrechas y verticalizadas.
Piel pálida, mejillas flácidas e hipertrofia del músculo borla del mentón.
Labio superior corto, labio inferior grueso, labios agrietados, resecos, con fisuras en las comisuras.
Cambios bucales:
Maloclusiones dentarias.
Lengua baja y voluminosa con avance anterior e interposición de la misma entre los incisivos.
Paladar profundo y estrecho con apiñamiento de los dientes.
Opacidad e hipodesarrollo de los senos paranasales.
Presencia de hábitos secundarios como deglución atípica, succión labial…
Gingivitis crónica, encías sangrantes e hipertróficas. Pérdida de papilas en los dientes anteriores ya que los respiradores orales necesitan espacios por donde entre el aire, llegando a molestar incluso los dientes.
Dependiendo del grado de afectación de hueso, podríamos llegar a perderlos.
Síndrome de boca seca: el aire si entra por la boca, seca la boca y la nariz. La boca necesita saliva y debe estar cerrada y no abierta. La falta de saliva por sequedad entorpece la función de autolimpieza de la saliva, por lo que hay mayor riesgo de contraer caries dentales y producirnos mal aliento.
Cambios a nivel corporal:
Al respirar por la boca, adelantamos la cabeza y hombros, modificando la curvatura de la columna cervical, produciéndose chepa o cifosis dorsal. Visto el paciente de lado, la columna tiene forma de "S". Tórax poco desarrollado, escápulas “aladas”.
Hipomotilidad diafragmática.
Pies semiplanos o planos. Pies hacia adentro, dolor de pies, talones y rodillas.
Cambios fisiológicos:
Los respiradores orales suelen masticar únicamente por un lado de la boca puesto que, de hacerlo por los dos, no tendrían espacio para respirar y se atragantarían con la comida. Los niños tienden a tragar rápido e incluso dejan de comer por la complicación que les supone coordinar la respiración con la masticación al momento de tragar. La boca tiene que trabajar equilibradamente, de una manera bilateral, ello permite a la nariz realizar un trabajo óptimo.
La respiración bucal provoca trastornos del sueño como ronquidos, insomnio, terrores nocturnos y síndrome de hiperventilación, pudiendo evolucionar a una apnea del sueño, con una respiración más rápida, superficial y entrecortada. A la mañana les cuesta mucho trabajo levantarse, están cansados, lo que influye en su rendimiento durante el día.
El oído es otra de las estructuras afectadas. Al respirar por la boca, las presiones dentro de la nariz y boca no se equilibran correctamente y el odio medio, que está en contacto con la nariz a través de la trompa de Eustaquio, no se ventila. Esto predispone a otitis y al acumulo de moco en las vías altas, causando infecciones de repetición e incluso alteraciones de la audición.
La respiración bucal es insuficiente, produce un predominio de sangre venosa sobre la sangre arterial, por una alta concentración de sustancias tóxicas derivadas del metabolismo, acidificando la sangre y alterando el metabolismo. Todo ello produce disminución de la capacidad intelectual, falta de atención, falta de concentración, falta de memoria, retraso escolar.
La prevención y actuación precoz son fundamentales. El correcto desarrollo del niño depende de que su nariz sea permeable y esté limpia.
En casa, como prevención o como parte del tratamiento, realizaremos lavados nasales, ya que un correcto cuidado y limpieza de las vías superiores, adaptándolo según la edad, puede evitar problemas importantes en un futuro. Sin mocos los niños comen y duermen mejor, se disminuye el riesgo de infecciones, se controla la tos e incluso desaparece.
La lactancia materna y una alimentación equilibrada donde se estimula el niño a masticar alimentos densos utilizando los dos lados de la boca alternativamente nos ayudará también a que el niño respire por la nariz.
Cuando llega un paciente a nuestra consulta que presenta una alteración respiratoria, que lo obliga a respirar por la boca, lo debemos remitir a un otorrinolaringólogo. El especialista le hará las pruebas necesarias para saber si existe o no una obstrucción respiratoria y así poder aplicar el tratamiento adecuado. Una vez solucionado el problema por el otorrinolaringólogo (si lo hubiese), tenemos que corregir el mal hábito de respirar por la boca si se mantiene, a pesar de haber desaparecido la causa obstructiva inicial.
Hay distintos aparatos de ortopedia maxilar cuya finalidad es la corrección de la posición y la función de la lengua, obtención de una correcta respiración de la nariz y el fortalecimiento de los músculos orales para que los labios estén juntos en todo momento, excepto cuando se come o habla.
Casi todos los respiradores orales mastican preferentemente por un lado, por lo cual tienen que ser conscientes de que hay que masticar por los dos lados. La boca tiene que trabajar equilibradamente, si ellos mismos no son capaces de hacerlo hay que ayudarles realizando un tallado selectivo o poniendo unos topes que le dificulten masticar por el lado que siempre utilizan.
Normalmente la narina del lado de masticación está más cerrada porque se utiliza menos. Podemos colocarle un dilatador nasal para estimular esa ventana nasal y así que entre más aire.
El paciente tiene que ser consciente de cerrar la boca el mayor tiempo posible para que la respiración sea exclusivamente nasal.
Por la vida hay que ir con la nariz bien abierta y la boca bien cerrada.
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