Mar Tarazona Beltrán. Odontóloga
La composición de los empastes metálicos, llamados amalgamas de plata, lleva un porcentaje alto de mercurio (50% de la mezcla) que actuará como ligamento solvente de los demás metales como la plata, estaño, cobre y zinc. El mercurio se viene utilizando en los empastes desde hace más de 100 años por ser un material duradero y económico. Físicamente se presenta en estado líquido desde -38ºC, comienza a evaporarse a temperatura ambiente y es considerado uno de los tóxicos más peligrosos sea cual sea su forma química.
El tener empastes de amalgama en boca, cuya temperatura es de unos 35ºC, ya garantiza un envenenamiento con los metales pesados que los componen. Hay acciones o sustancias que harán que los empastes se oxiden y evaporaren más rápidamente, lo que aumentará la cantidad de metal que pasará al organismo como, por ejemplo, el mascar chicle, el bruxismo, las comidas calientes o ácidas, el tabaco, alcohol, drogas, pastas dentífricas o colutorios con flúor, el uso abusivo de teléfono móvil, etcétera.
Por lo tanto, mientras tengamos empastes metálicos, es recomendable no tomar comidas o bebidas que estén a mayor temperatura que la de la boca en estado normal (34ºC) ya que cuanta más alta sea la temperatura, más cantidad de vapor mercúrico se desprenderá de los empastes.
Hay que evitar comidas ácidas o cítricas, sobre todo si lo compaginamos con el deporte ya que a mayor acidez, mayor es la corrosión y oxidación de los metales, y si además le sumamos la actividad física que nos obliga a respirar por la boca, inhalamos mucha más cantidad de mercurio evaporado por los ácidos de la comida. Las bebidas alcohólicas, tabaco o drogas presentan el mismo problema que los ácidos con respecto a la oxidación de los empastes.
Evitar mascar chicles. La masticación de cualquier alimento con muelas empastadas hará que el metal se desgaste, pero no podemos dejar de alimentarnos. Sin embargo, el chicle el innecesario, su masticación acelera mucho el desgaste de las amalgamas y el envenenamiento por ingestión.
Es recomendable no usar pastas dentífricas y colutorios con flúor ya que, además de ser tóxico, favorece la oxidación y evaporación del mercurio.
El bruxismo es una actividad anormal, por lo general nocturna y no funcional, de los músculos de la masticación que normalmente nos hace apretar y rechinar las muelas empastadas, generando mayor desgaste del metal. Hay que encontrar las causas e intentar corregirlo.
Evitar campos electromagnéticos, los cepillos de dientes eléctricos o afeitadoras eléctricas generan campos electromagnéticos capaces de crear corrientes eléctricas en sus empastes que evaporarán más metal. Las conversaciones con el móvil pegado a la parte de la cara donde hay amalgamas tienen el mismo problema, pero amplificado, ya que los móviles emiten potentes ondas electromagnéticas, produciendo una subida de temperatura en las amalgamas y en consecuencia una mayor evaporación del metal.
Hay que lavarse la boca después de cada comida con dentífricos libres de flúor y con base ligeramente alcalina, porque si no se retiran los restos de la boca comenzará un proceso de oxidación y acción bacteriana que creará un entorno ácido y de mal aliento, favoreciendo la oxidación de las amalgamas.
La entrada del mercurio en el organismo suele ser por vía cutánea, digestiva y respiratoria.
En el caso de los empastes, el mercurio se absorbe principalmente debajo de la lengua, por la parte interna de las mejillas y encías, donde también se acumula, dando lugar a los llamados "tatuajes" de mercurio. Si pasa a través del sistema digestivo, lo hará en forma metálica sin ser absorbido, el mayor inconveniente será el beneficio que obtendrán algunas bacterias y hongos (candida albicans) que se fortalecerán con éste. Tras su digestión se transforma en una nueva forma metálica del mercurio, que es absorbida mejor por el intestino.
La inhalación de los vapores de mercurio es la fuente más dañina de entrada del mercurio metálico en el cuerpo humano y más o menos un 80% de lo respirado pasará al organismo. Los deportistas con amalgamas lo deben tener muy en cuenta ya que aspiran una excesiva cantidad de mercurio durante el ejercicio.
La vía de intoxicación para el feto es la exposición de la mujer embarazada al mercurio. Este puede pasar del cuerpo de la madre al feto. También puede pasar a través de la leche materna al lactante.
La Academia Internacional de Medicina Oral y Toxicología ha contrastado que el mercurio se almacena –en orden de importancia– en el riñón, hígado, tejido neurológico, tracto gastrointestinal y después en el resto de los tejidos.
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