Cómo liberar emociones, esas que se esconden en el cuerpo? Hace años que desde el mundo de las terapias se trabaja para lograr este objetivo y Martín Herrera, creador de la Terapia Cuántica Emocional, es uno de quienes se han empeñado a lo largo de décadas por aliviar el sufrimiento humano a partir de una perspectiva especial.
Con formación en terapias tan variadas como tradicionales, entre ellas la acupuntura, la fisioterapia, el diseño humano y el análisis transaccional, este profundo conocedor del masaje de su país, México, cuenta con una experiencia que se remonta a su infancia. Con una corta edad, perdió a su madre y recuerda que "la seguí viendo en espíritu o astral durante dos años, la veía yo pero nadie más", asevera.
Su abuela paterna lo acogió para criarlo y, enterada de esa facultad extraordinaria, le pidió que viera personas conocidas para observar en ellas esos cuerpos, más sutiles que el físico, como el mental, el etérico y el emocional, que "se pueden ver a través de aparatos especiales, pero no a simple vista, con excepción de algunas personas", puntualiza. Ese fue el comienzo de su método terapéutico.
El hallazgo de que aquellos grandes eventos que impactan y emocionalmente provocan una huella que queda oculta en el cuerpo lo condujo a la construcción de la terapia.
"Si no se expresa el dolor sentido, queda acumulado en forma de contractura muscular, y mi trabajo consiste en separar el dolor de la imagen que el evento acumula traumáticamente. Entonces el dolor se expresa y la imagen queda como un recuerdo sin emoción", explica Herrera.
En el caso de que esas emociones prisioneras no puedan soltarse, luego de las contracturas sobrevienen las enfermedades.
Como primer paso diagnóstico, el terapeuta pone atención en los pies de quien acude a su consulta. "Los pies son la parte del cuerpo en que no tenemos manejo condicionado para ocultar síntomas emocionales. Podemos apretar las manos, por ejemplo, para disimular discretamente cualquier malestar, pero con los pies es imposible", expone.
Por este motivo, reconoce el valor de la reflexología podal, que en este sentido "hace mucho bien por restablecer esas energías y para trabajar las contracturas".
Asimismo, Herrera apunta que esas memorias que guardamos incluyen las de origen genético, transgeneracionales, ya que en el ADN conservamos información de los ancestros que nos llegan con el fin de protegernos y ayudarnos.
Con respecto a la técnica, insiste en que "es un trabajo con pura energía" y explica que con sus manos busca llegar adonde está la zona del cuerpo afectada, traducida en contractura. Esta información "es de carácter espiritual porque me habla la esencia, el ser, que me dice todo lo que la persona tiene a través de las energías que se reflejan en los pies".
Las manos finalmente liberan el dolor acunado en el cuerpo. "La salida del dolor se produce con la misma intensidad con la que entró", dice Herrera.
De acuerdo con su experiencia, "es el cuerpo quien indica cuál es la prioridad" para aliviar el malestar, y "reacciona según el dolor más intenso", por lo cual el procedimiento avanza poco a poco, liberando el dolor que tiene mayor fuerza, proceso que semeja a ir quitando las capas de una cebolla.
Sin dejar lugar a dudas de su posición ante la característica fundamental de las enfermedades, asevera que "todas son psicosomáticas", incluidas las más graves y crónicas.
Y en su opinión, la adolescencia (también la infancia) es una fase crítica por la acumulación de fuertes traumas, porque es cuando no hay un manejo saludable en torno a las cuestiones referidas a las figuras de autoridad, como son los padres y maestros.
A partir de los 22 años, aproximadamente, quedan superados esos episodios (ya acumulados en el cuerpo) y se pueden ir tratando por el cambio de perspectiva y la asunción de ese rol en la sociedad.
Después de la liberación del dolor, en terapia Herrera busca la modificación del patrón de pensamiento que ha llevado a la enfermedad o malestar, responsable del ocultamiento emocional. "La liberación se convierte en aprendizaje –señala– y el cuerpo aprende lo que ha pasado para no repetir más esa experiencia dolorosa".
En los casos en que haya que realizar un tratamiento más específico, Herrera ofrece información para "ayudar en el conocimiento de todas las capacidades que tenemos, debido a que normalmente estas se ven limitadas por costumbres, hábitos y rutinas" que no son saludables. De ahí que como complemento provea de guía y orientación. "Evito dar consejos para no crear codependencia –aclara–, pero explico cómo es el origen del malestar, para aprender y no repetir el sufrimiento".
Taller "Aprender a vivir sin dolor", a cargo de Martín Herrera.
24 de noviembre, en Círculo Atlante, C/ Caballeros 11, Valencia.
Info: www.circuloatlante.com