Mar Tarazona. Odontóloga
Ninguna opción es buena, ya que todas tienen ventajas e inconvenientes, pero lo que no hay que hacer es dejar vacío el espacio del diente perdido ya que no mantendríamos el equilibrio oclusal necesario para nuestra salud bucal y corporal.
Todas las piezas dentarias deben estar en perfecto equilibrio para evitar que la articulación temporomandibular se sobrecargue. Cuando este equilibrio se rompe por la pérdida de dientes o malposiciones dentarias, se crea un síndrome de maloclusión que hace que unos músculos de la cara se contraigan más que otros, o que lo hagan de manera distinta, o bien que el paciente mastique más de un lado que de otro, provocando una atrofia muscular por el lado que menos utiliza y una hipertrofia muscular compensatoria del otro lado.
A través de la articulación temporomandibular la mandíbula entra en desequilibrio, el cráneo va a tomar una posición anómala, que sobrecarga la columna cervical, y en un intento de adaptación, provocará malposiciones a nivel dorsal, con el consiguiente dolor de espalda y una variedad de síntomas, dependiendo de la afectación de la articulación.
El odontólogo debe buscar la causa con precisión y realizar los tratamientos adecuados: tallados selectivos para equilibrar la oclusión cuando hay interferencias, ortodoncia cuando hay dientes o muelas mal posicionados, prótesis cuando hay ausencia de piezas dentarias o férulas de reposicionamiento cuando sean necesarias.
Aparte de influir posturalmente, la pérdida de dientes implica cambios en la forma de masticar. Hay una trituración insuficiente de los alimentos, desaprovechando al máximo los principios esenciales que contienen. El paciente tiene que aprender nuevos patrones de movimientos masticatorios por la pérdida de los propioceptores del ligamento periodontal de los dientes (que controlan la intensidad de las fuerzas masticatorias) y por las diferencias morfológicas entre la prótesis y los propios dientes que producen problemas dinámicos durante la masticación. En el desdentado total se vuelve a un patrón de deglución infantil, utilizando los músculos periorales y la lengua para ofrecer apoyo a la mandíbula. Esta falta de estabilidad mandibular dificulta la deglución de saliva y del bolo alimenticio, dando lugar a atragantamientos y alteraciones digestivas.
Otro factor a tener en cuenta es el estético ya que hay alteraciones faciales debido a la falta de dientes. Disminución de la dimensión vertical, se pierde altura del tercio inferior de la cara, envejeciendo el aspecto de la persona. Hay una pérdida de soporte óseo para los tejidos perioorales, labios distorsionados; hundimiento labial, pérdida de expresión labial y boca ensanchada; cambio en el perfil facial, acentuándose la discrepancia entre las dos arcadas debido a los distintos mecanismos de reabsorción en ambos maxilares, la parte superior se queda hundida mientras que la inferior parece sobresalir. Todos estos cambios pueden afectar socialmente a la persona: sale poco de casa para evitar el contacto social, intenta hablar lo mínimo posible o es incapaz de mantener relaciones íntimas porque le preocupa besar o relacionarse con personas que no están al corriente de su problema oral. Es muy importante ayudar a la persona para que esté satisfecha de su aspecto físico y no pierda la autoestima.
También hay cambios en la fonación, el desdentado total pronuncia mal los fonemas o sonidos linguodentales y labiodentales.
Idealmente toda pieza dental perdida debería de ser sustituida en un periodo prudencial de tiempo para que las piezas vecinas o antagonistas no cambien de posición. Además la lengua y las mejillas tienden a invadir el espacio antes limitado por las piezas dentales, cuanto más tiempo tardemos en reponerlas más tardarán los tejidos blandos (lengua y mejilla) en ocupar su sitio, sin invadir el espacio masticatorio.