Quién es
Profesora acreditada de Sridaiva y la técnica Bowspring, profesora certificada de Anusara Yoga y previamente certificada como Vinyasa Yoga Teacher, Zaira Leal ha desarrollado programas de yoga terapéutico para adultos, adolescentes, niños y niños con autismo. También es formadora de profesores de yoga, coach de salud, bienestar y del estilo de vida ayurvédico.
Estudió lingüística en la Universidad Complutense de Madrid y tiene un máster de Enseñanza del Español como Lengua Extranjera. El despertar, la sanación y el tantra yoga son sus preferencias vitales.
Es autora de "Una fiesta para el alma" y acaba de publicar "Yoga en la cocina", ambos editados por Urano.
Contacto: zairalealyoga.com y en Facebook.
Aurelio Álvarez Cortez
-En el subtítulo de tu libro, Zaira, pones “Nutrición alquímica”. ¿Por qué?
-Alquimia significa hacer una transformación. Todo proceso alquímico consiste en utilizar un elemento denso y transformarlo en otro más refinado. El ser humano no solo se nutre de comida, sino también de todo lo que entra en este campo de conciencia que es el cuerpo-mente-alma. Y como hoy en día hay mucho interés por la nutrición, lo cual es maravilloso, una de las intenciones del libro es que la gente vea que podemos realizar una transformación para que nuestro cuerpo vaya mejorando a lo largo de la vida, sin degenerar.
-En algún momento de la historia nos alimentamos bien, pero luego, por costumbres, cultura, esa nutrición natural, saludable, se fue deteriorando.
-Depende tanto del grupo cultural como de las personas en sí mismas. En mi casa hemos sido vegetarianos muchos años, pero en los años 70 se fumaba, era normal. Por ejemplo, muchas mujeres embarazadas que exploraban la espiritualidad comían saludablemente, pero a lo mejor fumaban, y nadie lo cuestionaba. Hoy es impensable que ocurra algo así. La alimentación se ha deteriorado y los métodos de agricultura son distintos, se encuentran muchas sustancias químicas en los alimentos, aún más en los procesados, es una realidad, pero también hay mucha más conciencia en general. Es decir, se necesita otro enfoque tanto a nivel personal como global.
-Yoga es igual a vegetariano, vegano. ¿Necesariamente es así?
-Yoga es un estilo de vida que promueve una alimentación vegetariana. Es más, la dieta que se recomienda para practicar yoga tradicionalmente es sátvica, que significa ligera y luminosa. No incluye alimento alguno que sea de procedencia animal, excepto los lácteos, que son sagrados en la India. En mi casa somos vegetarianos, casi veganos porque comemos muy pocos lácteos. Pero no genero ni promuevo parámetros excesivamente rígidos debido a que en el momento en que caemos en la rigidez absoluta estamos impidiendo hacer una exploración interna profunda. Y es lo que el yoga sí propone. A muchos alumnos que vienen a clase diciendo “esta noche sé que voy a beber, tengo un cumpleaños” les digo “ve y bebe si quieres beber, yo no bebo pero explora a ver cómo te sientes, qué es lo que tus copas hacen en tu cuerpo, cómo se siente tu mente, cómo estás al día siguiente”. Para mí es más válido que la gente se atreva a explorar y pueda entonces tomar una decisión basada en una experiencia real, no porque yo lo diga de forma dogmática.
-¿Es necesario conocer el propio dosha, de cuyos tipos habla el Ayurveda?
-El sistema de doshas, o de constituciones cuerpo-mente, nos da la oportunidad de conocernos en mayor profundidad. Hay unos parámetros generales que recomiendo de alimentación y de estilo de vida, y dentro de ellos podemos ir afinando, sintonizando. La mayoría de las personas tiene dominancia de dos doshas, de los tres existentes. Cuando alguien está con una enfermedad o desequilibrio grave, si le interesa el tema, debe acudir a un médico ayurvédico. A mis alumnos y clientes les ayuda muchísimo conocer su dosha, como por ejemplo por qué les cae mal el café si tienen predominante el elemento fuego; al sumar sustancias que promueven el calor y la fogosidad en el cuerpo, no les hará bien, mientras que a otras personas sí. Los parámetros no son iguales para todos y a pesar de que en general tenemos los mismos elementos, las proporciones varían entre unos y otros.
-Hay quienes comen de todo y nada les cae mal.
-Un dicho clásico en el Ayurveda dice que aquella persona cuyo fuego digestivo (agni) brilla con fuerza es capaz de digerir veneno. Por lo tanto, cuando tu sistema digestivo funciona al ciento por ciento, puedes comer cualquier cosa y nada te cae mal. Sin embargo, estas personas son cada vez menos porque hoy en día la calidad de los alimentos es mucho peor. Ese dicho tiene miles de años, por entonces éramos recolectores, agricultores y todo provenía de una tierra rica, el hombre llevaba un estilo de vida en armonía, en completa sintonía con los ritmos de la naturaleza. Hoy nadie vive así. En los últimos años cien años cambió el modo de vida por factores obvios, como la luz eléctrica o los medios de transporte; comemos muchísimo más “veneno” y nuestros cuerpos están saturados. El fuego digestivo no funciona tan bien como podría hacerlo.
-Así se han puesto de moda las depuraciones, los famosos detox. Tú hablas de ellos a nivel físico, pero también mental.
-Soy muy fan de las depuraciones y creo que esta nueva onda se debe a algo más profundo. Siento que las personas tienen una gran necesidad de depurar a niveles más recónditos, y esto les lleva a hacerlo en el cuerpo físico, que también es saludable. El físico, de acuerdo con el yoga y el Ayurveda, es la parte más densa de nuestro ser y algo que se manifiesta en el cuerpo también lo ha hecho en otras capas más sutiles. Por lo tanto, al sentir una necesidad de cambio o transformación, de la dieta, o limpiar la casa, cambiar la vida, hay una llamada para cambiar el pensamiento, la visión o el patrón de vida, trabajar con la mente para limpiar karma.
-Mencionas el ayuno tecnológico, ¿en qué consiste?
-El entorno nos influye y nosotros influimos en el entorno. Uno de los peldaños en el camino del yoga es el pratyahara, o arte de replegar los sentidos. Con tanto influjo tecnológico nuestros sentidos están sobreestimulados: todo el rato mirando una pantalla, escuchando cosas, recibiendo whatsapps, mensajes de Facebook… Un ayuno tecnológico es una manera divertida de eliminar tanto bombardeo sensorial exterior y meternos para adentro. Por ejemplo, decidir dónde utilizar los gadgets electrónicos, en ciertas habitaciones de casa, para que otras estén libres de tecnología; o cuándo, de tal hora a tal hora, no utilizar elementos tecnológicos; no usarlos en presencia de otras personas, o desconectar por completo, por ejemplo, en las vacaciones, esto sería “de doctorado” (risas).
-Hablemos entonces de comer con conciencia…
-Con la atención plena, o mindfulness, se está beneficiando mucha gente por hacer cosas con atención. En un curso que imparto todos los años, llamado “Vida radiante”, sobre estilo de vida ayurvédico, durante una de las comidas estamos en silencio, prestando atención a los colores, las texturas, los olores, sintiendo los alimentos, cómo salivamos, cómo vamos digiriendo. Pero hay un pasito más, comer con conciencia, de forma de que no sólo estás prestando atención mental a través de los sentidos, sino también centrado en que eres un ser de luz, sabiduría y amor, una partícula de conciencia divina. Creas una comunión con un alimento que te da energía e información. Te abres a vivir esa experiencia espiritualmente, en comunión con la vida, con la naturaleza.
-¿Cuáles son las claves para pasar de una estación a otra, en el año, como ahora, del verano al otoño?
-Veamos qué sucede en la naturaleza. Se produce un cambio, de exteriorizar a interiorizar. La temperatura baja, la cualidad del aire es distinta, dejamos lo cálido y húmedo para ir a lo fresco y seco. Todo esto crea una inestabilidad. Nuestros hábitos también cambian. Mi hija me dice Doña Chaquetitas, me la pongo, me la quito… Queremos asegurarnos de que la inestabilidad exterior no crea una inestabilidad en el cuerpo. Luego, no nos apetece salir, por eso es momento de preparar el hogar, nuestro espacio vital, para poder estar más cómoda y agradablemente. La alimentación será distinta, en otoño el cuerpo necesita alimentos más cálidos, fluidos, húmedos. Tomaremos caldos, estofados de verduras, cosas que nos den calidez y mantengan el cuerpo estable y enraizado. Porque otra de las características es que los vientos suben la energía y el cuerpo, para estar sano y equilibrado, necesita un enraizamiento. Además, como anochece más temprano, ajustaremos los horarios de la cena…
-Tu opinión acerca de los súper alimentos, que se han hecho tan populares.
-A un nivel profundo, todo alimento tiene la capacidad de ser súper. Algo tan simple y mundano como una manzana puede ser un súper alimento, y lo es. Pero hoy vivimos en una sociedad que cataloga. Estos súper alimentos tienen muchísima energía e información y ayudan como un chute para vivir el día a día, porque hay mucha oxidación y como esos alimentos poseen una carga nutricional muy densa pueden aportar muchos más fitonutrientes que otros, más vitaminas, minerales, muy concentrados.
-¿Qué medida debe tener cada ración que comemos?
-En Ayurveda decimos que se debería ingerir lo que quepa en el cuenco de las manos. Mis manos son mi referencia; para ti, las tuyas. Esa es la medida. En cocina ayurvédica muchas veces se usan como medidas un dedo de la mano, un puñado, una pizca, como hacían las cocineras de otros tiempos en España.
-¿Tu plato favorito?
-Como me gusta comer, tengo varios. Las lentejas de mi madre, que incluyo en el libro. Para el otoño, como es un plato de cuchara, muy untuoso, apetece muchísimo.
-¿Y tus posturas favoritas de yoga?
-Depende del momento en que estoy, del día, del mes… Si he dado varias clases, con mucha gente, y estoy cansada, lo que me gusta es tumbarme en el suelo y hacer una práctica regeneradora. Otro día quizá estoy súper animada y quiero que fluya la energía; entonces hago inversiones, posturas en las que el corazón está más abajo que la pelvis y la cabeza por debajo del corazón. La práctica, con el tiempo, la vas sintonizando con lo que necesitas en cada momento.
-¿Hatha, Kundalini, Astanga…?
-Cuando era niña, mis padres eran yoguis, hacían un yoga devocional, meditativo. Luego, en mi adolescencia descubrí las ásanas de yoga y me puse en el camino del Hatha Yoga. Todas las escuelas provienen del Hatha, que es la exploración del despertar, incluyendo también el cuerpo físico. Me he formado como profesora de Astanga, de Vinyasa flow, me certifiqué en Anusara y actualmente en el estudio enseño clases de Hatha flow, otra mezcla que hacemos en Occidente, súper divertida pero profunda, porque para mí el yoga es un camino espiritual. Y también utilizo una técnica postural que se llama Bowspring.
-¿Qué es el Bowspring?
-Nació a partir de la exploración yóguica de dos maestros estadounidenses, Desi Springer y John Friend, creador del Anusara. Es muy interesante porque trabaja el cuerpo físico desde unos estudios biomecánicos muy modernos. Tiene parámetros distintos a los que hemos estado haciendo con yoga postural moderno. Consiste en una metodología de movimiento consciente, aunque las clases se parecen a las de yoga y tienen un componente espiritual. Me di cuenta de que es muy útil y correcto para la forma de vida de hoy en día, para quienes están sentados mucho tiempo y cuya tracción posterior del cuerpo se halla muy inmóvil. Respeta las curvas de la columna, que es más sano que ponerla recta, y se puede hacer trabajo con músculos muy grandes, que tenemos dormidos y hay que despertar. Utilizo el Bowspring en el contexto de una clase de yoga.
-Tú estás volcada hacia el tantra yoga. ¿Existe una imagen distorsionada del tantra, que tanto se lo vincula con la sensualidad?
-Existe mucho desconocimiento en cuanto a la historia del yoga. La mayoría de las escuelas proviene del Hatha Yoga, que a su vez surge del tantra. El tantra es una escuela filosófica que afirma que todo es divino, contempla toda la existencia como una manifestación divina y, por lo tanto, en el momento en que hay práctica con el cuerpo físico eso es tantra. Históricamente, los tántricas han dicho que todo en la vida puede ser espiritual, y la sexualidad también lo es. En el siglo pasado, con la revolución social de los años 60, el yoga vino en grandes oleadas a Europa, Estados Unidos, Sudamérica, y con ellos maestros, textos e información. Una pequeñísima parte de lo que es la vida de un tántrica, la sexualidad sagrada, se sustrajo de todo lo que es el contexto filosófico del tantra y en Occidente se hicieron escuelas de sexo tántrico, creando una imagen que no corresponde. A la gente le da un chute de hormonas, les atrae más eso que el tantra como camino de meditación, muy disciplinado, de rituales, de mucho trabajo con mantras. Es un camino espiritual muy profundo.
-¿Hay una forma única de meditar o podemos tener cada uno la nuestra?
-Es la pregunta del millón. Meditar es simplemente ser. Aunque buscamos ejercicios y estudiamos técnicas de meditación, son simplemente vehículos que llevan a estar en conexión con el alma. Por lo tanto, no puedo decir que la más indicada es la meditación tal o cual, aunque todas las técnicas son maravillosas, no me salen nombres porque siento que cada persona es capaz de encontrar su propia meditación.
-¿Cómo alimentas tu alma?
-Con la relajación consciente, también estando en la naturaleza, practicando meditación, ser consciente momento a momento… Tu alma está aquí teniendo una experiencia humana, tienes la capacidad de crear una vida rica, nutritiva, en la que puedas hacer una transmutación de tu propio pasado y de tu karma.