Aurelio Álvarez Cortez
Quién es
Psicóloga argentina, Sarita Sammartino se certificó como instructora de Meditación de Sonido Primordial con Deepak Chopra. Especializada en Psicología Transpersonal, estudió Terapia de Vidas Pasadas y completó estudios sobre chamanismo y técnicas de sanación con la enseñanza directa de Foster Perry y la Fundación de Michael Harner. Actualmente su actividad se centra en sesiones individuales, así como en cursos de formación, talleres de sanación, viajes y libros, difundiendo una perspectiva nueva y reveladora: “La Mirada del Águila”. Acaba de publicar en España “Sanar con vidas pasadas” (Kepler - Urano). Más información en lamiradadelaguila.com
-¿Qué suceso te introdujo en el tema de las vidas pasadas, Sarita?
-Mi hijo murió en un accidente cuando tenía 10 años y poco después comencé a comunicarme con él. Sentí que fue un guía y pude ver que en vidas anteriores había sido un maestro mío. Me comuniqué mucho a través de los sueños, con mensajes. En el libro cuento un episodio que ocurrió en una cabaña en Villa La Angostura, en el sur argentino, donde vivía un matrimonio. Ellos le habían dicho a una amiga que mi hijo quería comunicarse conmigo y su padre antes de Navidad. Fuimos allá, en plena montaña. Estas personas eran empleados que trabajaban en un centro de esquí, y también eran médiums. El hombre canalizaba a una mujer anciana que había vivido allí. Ella transmitió mensajes de mi hijo. Decía que no tenía que estar triste porque venía de una luz muy pura y contestó preguntas cuyas respuestas a priori no tenía por qué conocer, y acertaba. Mi hijo dijo que le regaláramos una fusta (látigo) suya a un primo que había quedado muy grave tras el accidente. Al regresar, de “casualidad” la encontré en un rincón de nuestra casa. La anciana también dijo: “Está haciendo este gesto”, mordiéndose los dedos… Es lo que hacía mi hijo para sacarse los guantes de la mano cuando íbamos a esquiar, en una forma muy particular. Fueron muchos datos que demostraban que no inventaba nada. Nunca nos habíamos visto, nadie sabía estos detalles.
-Fue la muerte de tu hijo, entonces, que te cambió la forma de ver el tema de la muerte.
-Yo ya me había formado con Deepak Chopra. Era psicóloga, instructora de meditación, me dedicaba a todo esto, y estaba estudiando terapia de vidas pasadas, pero no había tenido contacto directo con el tema de hablar con un espíritu. Había empezado a averiguar qué sucedía después de la muerte, qué pasaba con el alma. Tenía alguna idea sobre la reencarnación, pero no había investigado ni profundizado en el tema. No me interesaba. En mi niñez me crié en la religión católica, pero luego abandoné esas creencias, hasta que encontré a Chopra y por la forma en que explicaba la reencarnación tuve ganas de acercarme a este campo espiritual. Cuando empecé con la práctica de la meditación pude percibir otra dimensión.
-Pudiste descubrir que somos seres espirituales que tienen una experiencia humana.
-Sí, somos seres espirituales que venimos a tener distintas experiencias en cuerpos físicos. Después de muchos años de práctica de regresiones, corroboré que podemos llegar incluso a estar en otros planetas, con muchas experiencias en cuerpos no tan densos como los que tenemos aquí. Fue lo más sanador. Y resultó posible a través de La Mirada del Águila, un término acuñado por los pueblos originarios en relación con el nivel del espíritu.
-¿Qué es La Mirada del Águila?
-Tomo este término que utilizan ellos para hablar del espíritu, el nivel más alto del ser humano, y significa, en correspondencia con la terapia de las vidas pasadas, que podemos observarnos, percibirnos a nosotros mismos y a los demás, desde una perspectiva más amplia. Nuestra esencia es espiritual, y no solo estamos en esta vida, sino en muchas otras pasadas y las que vendrán, en la Tierra o en otros planetas. El alma viene con la finalidad de evolucionar, a pesar de que lo que nos suceda aquí sea terrible y aunque, si lo vemos desde la perspectiva de esta vida, no tenga sentido. Con la muerte de mi hijo, me planteé cómo justificar semejante dolor, qué tuve que haber hecho para que me pasara eso. No tiene sentido desde el contexto de una vida humana. Lo veo en la gente con síntomas o enfermedades que no se vinculan con su historia.
La justicia no existe en esta perspectiva tan pequeña que es una vida humana, pero si todo lo vemos desde el punto de vista del alma, de su recorrido, de muchas vidas anteriores, incluso desde cuando era puramente espíritu, llegaremos a la plenitud absoluta. Somos mucho más grandes que lo que nos percibimos cuando estamos encarnados como humanos, y es lo que realmente siento que trae mayor sanación.
-Lo que acabas de decir, explicaría también la ley del karma.
-Sí, porque estamos sujetos a ella. Podemos entender al karma desde el contexto de muchas vidas, no solo de una, porque tampoco se podría comprender. Insisto con la Mirada del Águila porque en terapia queremos aliviar el síntoma, que es lo que desea la persona, y se logra liberando las emociones que quedaron en el cuerpo, en la mente, a través de una situación traumática no resuelta. Lo que realmente sana es ver el panorama completo, qué pasa con mi alma, de donde vengo y adónde voy. Por más terrible que nos parezca, cobra sentido aquello que ha sucedido.
-El pensamiento de un religioso español que tú citas, Carlos Vallés, que vivió mucho tiempo en India, amigo de Anthony de Mello, sirve para que expongas las razones que se esgrimen a favor y en contra de la reencarnación.
-Vallés expone argumentos como la justicia divina, por ejemplo. Decimos que Dios es justo, puro amor, pero cómo justificamos que algunos nazcan en una pobreza extrema y otros no, qué hicieron para merecerlo. Si lo vemos en el contexto de esta vida, respondemos que no hay justicia alguna, ni humana ni divina. Pero si lo hacemos desde todas las vidas, sí encaja, observando que lo que sucede se debe a una vida anterior, no como castigo sino como aprendizaje. Esa alma eligió esto para aprender. Para rendir un examen a veces hay que hacer cierto sacrificio… En la India se entiende que la reencarnación explica el tema de la justicia divina, tiene sentido, podemos verla. Otro argumento que se pone sobre la mesa es que jugarnos el todo por el todo en una sola vida también es poco. Con muchas vidas tiene sentido que vengamos a crecer y evolucionar.
-Afirmas que Freud tenía razón cuando decía que hay que hacer consciente lo inconsciente, y así empieza el proceso de sanación.
-Freud fue el gran descubridor del inconsciente, del alma, porque cuando trabajamos en regresión nos encontramos con que ambos tienen las mismas reglas. Ante un síntoma como una fobia, angustia, problemas de relación, cualquier cosa que nos duela, que nos limita e impide avanzar en la vida, en regresión vemos que son fruto de una experiencia traumática que no fue resuelta y que está en el inconsciente. En terminología de terapia de vidas pasadas, diríamos que esa experiencia está en el alma, que pasó en la infancia, en el momento del nacimiento o en vidas anteriores. Si Freud estuviera vivo haría regresiones porque hay que introducirse profundamente en el inconsciente, en el alma. Es lo que sana. El terapeuta trabaja la experiencia traumática del paciente, reviviéndola y liberando las emociones y las sensaciones físicas, incluso también recordando mandatos, haciendo conscientes todos los estímulos que en aquel momento quedaron grabados porque no los pudo liberar, gritar, insultar, expresar, y así generó un trauma posterior que es el síntoma.
-¿Cómo decidiste integrar regresión y chamanismo?
-Cuando estaba estudiando terapia de vidas pasadas, conocí a Foster Perry, quien había incluido elementos del chamanismo, y me formé diez años con él. Posteriormente hice lo mismo con Michael Harner (recientemente fallecido, pionero del regreso del chamanismo en Occidente) y con chamanes en Perú y América del Norte. Me gustó y fui utilizando recursos chamánicos cada vez más. Fui probando y me pareció lo más adecuado para utilizar con regresión. Tengo una escuela de formación y los alumnos combinan viajes chamánicos con regresiones, potenciando mucho el trabajo espiritual.
-¿Qué experiencias te han impactado más en terapia regresiva?
-Todos los momentos son mágicos, pero hay algunos, como trabajar con almas perdidas, hablando directamente con ellas, que me han resultado muy tiernos, especiales. Por ejemplo, un paciente presenta un síntoma sin relación con una experiencia no resuelta anteriormente sino debido a que tiene un familiar fallecido, adosado en su campo energético. Yo hablo con esta alma que se comunica a través de la voz del paciente, hasta que se despide y le ayudo a ir hacia la Luz. Hay otras experiencias muy llamativas, como en un grupo donde dos personas descubren que estuvieron juntas en otra vida, o un espíritu que me ha conocido en otra vida, me viene a buscar y no sabe que sigue viviendo en un siglo pasado, sin darse cuenta que yo vivo en otro… Pasan cosas muy locas. Es muy fuerte.
-¿Crees que lo único real es el amor?
-Venimos a crecer en el amor. Es la parte luminosa, aunque sucede también que todo es una misma energía: el amor, el odio, el miedo… Habría que ir siempre al amor. El estado espiritual es puro amor, podemos percibir ante espíritus elevados como maestros o ángeles, una vibración de amor altísima. Es mi experiencia.