Quién es
Licenciada en Comunicacion en la Argentina, Jenny Cornero trabajó para la corresponsalía de Televisión Española (TVE) en América del Sur, dirigida por Rosa María Calaf. En California descubrió el yoga y se graduó en el Sivananda Ashram, en Bahamas. Desde hace 18 años realiza una nueva misión, difundir el yoga. Para ello ha viajado por América y Europa, propagando y asimilando nuevas influencias.
Actualmente dicta clases en Miami y es directora de Kutir Films , donde produce la serie “Yoga para la salud” (tambien en inglés), con ocho programas: Básicos, Depresión, Dolores de Cabeza, Desórdenes gastrointestinles, Artritis, Diabetes, Estreñimiento y Miedos; distribuidos en EE.UU., America latina y Europa.
Más información en www.jennycornero.com
Aurelio Álvarez Cortez
-Tu historia con el yoga comienza...
-En 1994, exactamente por esta misma época estaba viviendo en San Francisco, California, y empecé mi contacto real con el yoga. En Buenos Aires había sido muy incipiente, aunque constante, guiada con libros, donde aprendí que se trataba de una disciplina que debía practicarse a diario. Pero una vez en San Francisco comencé a ir todos los días al centro Sivananda Vedanta, ubicado a pocos metros de donde vivía, en calle Arguello (aún hoy está ahí), y también estudiaba inglés. Después de un año de practicar a diario, Swami Sita, mi maestra, me ofreció la posibilidad de hacer una experiencia más profunda en un ashram, ubicado en Bahamas.
-La ecuación perfecta: el yoga te encuentra y tú lo encuentras al yoga.
-Sí. San Francisco era "la ciudad del yoga". Casi todo el mundo lo practicaba, no sabía mucho de estilos en esa época. En Bahamas estaba el ashram y allí debía tomar un curso de entrenamiento para ser instructora. Por esas cosas que mágicamente ocurren, decidimos ir con quien por entonces era mi novio y su hermano, que nos había introducido en el mundo yoga, ya que él practicaba hacía años en California. Fuimos por un mes y nos quedamos... un año.
-¿Cómo viviste esa formación?
-Transformadora, esencialmente. El ashram es un programa de comunidad, tú trabajas en la comunidad, practicas y das clases. El sistema Sivananda de formación requiere el sistema Gurujula, que convivas con tus maestros y profesores por un mes como mínimo, que es lo que dura el entrenamiento. A partir de ahí empiezas a transitar una nueva practica. No te hace maestro el papel del diploma, mucho menos un "programa"; maestro te hace la práctica y entender que esto es apenas el principio, en mi opinión.
Swami Vishnudevananda, el guru de la organización que había sido enviado por Swami Sivananda para América a mediados del siglo 20, ya no estaba más allí, pero sí sus discípulos directos, todos mis maestros fueron discípulos de él. En esa convivencia se crea una energía muy fuerte. Éramos unas cien personas que vivíamos en una isla que es Paradise Islands, en Bahamas, algunos en carpas, como era mi caso... A pesar de que hoy en día existen muchas formaciones que ligan el yoga al lujo, con retiros en sitios cinco estrellas y comidas muy sofisticadas, el yoga es un estilo de vida muy simple. En la formación al mismo tiempo enseñaban medicina ayurveda, filosofía vedanta, vegetarianismo, que es parte de una vida yóguica, cultivando ahimsa, la no violencia. Como era una experiencia tan increíble, resultaba difícil dejar el lugar. Cuando terminó el curso, permanecimos allí, daba clases todos los días en una plataforma mirando a la bahía, donde está Nassau, o el océano. El lugar es un paraíso, sin duda.
-¿Qué tipo de yoga haces actualmente?, ¿el clásico solamente o le agregas ideas personales?
-Sivananda sigue en mi práctica todos los días, son las doce posiciones básicas, aunque a través de los años he ido descubriendo estilos nuevos, agregándolos a mi practica. Me gusta investigar, me encantan los desafíos, pero Swami Sita decía: "En yoga no sean creativos, tienen que practicar", y eso se me grabó claramente; en ese momento no sabía bien el significado, pero luego, a través de la experiencia, supe que la fundación es una, es yoga. Uno siempre tiende a ser creativo, somos seres humanos, buscamos siempre cosas nuevas, sin embargo en yoga indefectiblemente vuelves a la práctica original, es tu background, es tu día a día, lo que te da el equilibrio. Eso se aprende desde el inicio, te lo ensenan desde el comienzo, es como respirar, la práctica es constante, es un estilo de vida.
No es fácil ni siquiera para un maestro con muchos años de experiencia hacer un alto en la rutina diaria e ir a la colchoneta para practicar un mínimo de una, dos horas, lo que quieras. Lo he visto en muchas personas y he hablado con maestros y colegas, ¡cuesta muchísimo hacer un alto en tu rutina e ir a la colchoneta! En mi caso, siento que si no practico no puedo dar clases, y entre muchas otras cosas, porque trae felicidad a mi vida.
-¿Todavía te ves como alumna?
-¡Siempre! Cada vez que estoy practicando encuentro puntos nuevos para profundizar y en mis sesiones me doy cuenta de que vuelvo al origen cada día. Yo practiqué con Dharma Mitra. Es un maestro extraordinario, tiene más de 40 años de experiencia, vive en Nueva York, su estilo es muy profundo e intrépido, muy consciente y real. Al mismo tiempo es un hombre común, padre, marido, profesional... porque tiene sus estudios en Manhattan. Con él aprendí mucho a cómo conectarte con la realidad del día a día, es decir, no es necesario estar en un ashram para hacer o dar clases de yoga. Se trata de llevar el yoga fuera del ashram, que es la misión que uno reconoce cuando termina su formación como profesor y piensa "cuál es mi misión en este momento", y es propagar el yoga donde sea, no solo las asanas, el yoga físico, sino el yoga en todas sus dimensiones, en nuestra actitud con la sociedad, nuestra alimentación, nuestra casa, con uno mismo. No te hace perfecto, ni siquiera invulnerable, pero sí que crezcas permanentemente. Empieza en uno.
-¿Qué vas a ofrecer en el Congreso, en Valencia? Un adelanto descriptivo.
-Generalmente trato de acompañar la energía del grupo, ellos hacen de mí lo que quieren (risas). Pienso que será una clase para estudiantes con mucha práctica. De acuerdo a lo que perciba y vibre en la clase, trabajo en base a mucha respiración, pranayamas, cuando te conectas a tu respiración, te conectas contigo mismo. El Saludo al Sol es intenso, transpiramos, porque ahí es cuando empiezas a conectarte "más", la idea es después entrar cómodamente en las posiciones. Me gustan mucho las inversiones, de mis favoritas, y para ello hay que estar muy preparado física y mentalmente. Luego, busco sostener las posturas, que se respiren, se entiendan y se disfruten, donde uno básicamente se siente relajado en la acción de la quietud. Para esto hay que darse tiempo en la posición. Cuanto más tiempo me quedo en la posición, dependiendo de mis limitaciones, mejor. Y daré un poco del programa Yoga para la Salud, explicando brevemente qué ocurre en cada momento de tu asana.
-¿Qué es el "Yoga para la Salud DVD"?
-Es una serie de programas de video, diseñados para tratar distintas dolencias, desde un punto de vista más interactivo, más mediático si se quiere. Doy las clases dentro de los programas con personas que practican conmigo regularmente. Lanzamos en el 2007 con cuatro programas en inglés y español y se distribuyen desde entonces en EE.UU. A partir de 2012 están en España y a través de Vértice Cine llegan a El Corte Inglés, Fnac, Amazon y otros puntos de distribución. Los trailers están en mi web, www.jennycornero.com. Este año lanzamos cuatro nuevos programas.
-¿Adviertes que hay más demanda en la práctica, con respecto a aquellos tiempos en que comenzaste?
-Sí, y mayor promoción también. ¡Hay muchísimas más escuelas, más programas de entrenamiento, más instructores...! En EE.UU. solamente más de 20 millones de personas hacen yoga. Sin duda que Internet y los nuevos medios han ayudado en la difusión en sí. Conviene aclarar que el yoga no es religión ya que abarca todas las religiones, no tiene límites, recibe a todo el mundo y es una filosofía tan amplia en ese aspecto que cada uno lo va llevando por donde puede. Muchos empiezan por el lado físico y no entienden aún que tu mente, tu espíritu, tu cuerpo, lo que comes, tienen que ver con lo que practicas. Partiendo de la idea de que somos lo que comemos, si eres vegetariano, tu práctica de yoga será completamente diferente a la de alguien que come carne; no es una idea mía, está comprobado científicamente. Y tampoco te excluye si eres carnívoro, pero la calidad de la práctica, de tu meditación, será distinta. La influencia en la práctica varía según tu estilo de vida, y viceversa; según practicas, vives.
-¿Existen diferencias, matices, entre el yoga que se hace en América y en Europa?
-He visto muchas diferencias. Estados Unidos es un lugar donde se practica mucho yoga pero con una mezcla increíble, hay de todo... Power yoga, Hot yoga, Acro yoga..."Lurdes Yoga", "Carlos Yoga", por mencionar solo uno o dos nombres de los miles que hay. Parece que todo tiene un nombre para un apellido que es yoga. Yo creo en la práctica, cualquiera sea, cada uno tiene su opinión y es libre de practicar lo que quiere; mientras guíe tu espíritu, es válido. En México el yoga está creciendo muy fuerte, quizá provocado por una realidad social, tiene una forma profunda de expandirse a través de los yoguis, que llevan el mensaje muy concretamente, en su forma original. En Europa creo que entienden que el yoga es simplemente yoga, que tiene que ver en su forma integral, que es un estilo de vida.
-En Estados Unidos hay un gran problema en cuanto a los derechos y permisos para habilitar la enseñanza y práctica, cuestión que en España todavía no existe.
-Creo que se pierde la visión de lo que es yoga en sí cuando empiezan cuestiones por patentes, copyrights o recursos... El yoga no tiene copyrights, ya está inventado, o creado, o fundado, o transmitido... no sabría qué palabra utilizar. El yoga tiene otra concepción. Es como querer patentar la forma en que el sol se proyecta a distintas horas del dia.... (risas). Yoga es unión, y no puede limitarse, no tiene que ver con las firmas y mucho menos con el dinero, tampoco con las patentes o nombres. Yoga es yoga. Sivananda, como Iyengar o Ashtanga, de las más antiguas corrientes internas, no se prestan a este juego. Son escuelas y su idea es profundizar y difundir lo que es una práctica espiritual y nada más que eso.
-Como hemos dicho, el yoga te busca y tú lo buscas.
-Estoy totalmente de acuerdo, es una atracción mutua. Sé que es una utopía creer que lo practicarán todos, pero esperaría que todos lo probaran una vez, nada se pierde probando. Mucha gente encuentra una respuesta, una salida o una solución a numerosas cuestiones. El yoga es integral: sana el cuerpo, la mente; muestra y guía al mismo tiempo. Antes de viajar a India, te dicen que si quieres hacer yoga debes ir a Rishikesh o a Goa o a Kerala, por ejemplo, porque no es una práctica común entre los indios. Y a la vez es un país tan inconmensurable que no tardamos en darnos cuenta de por qué el yoga nació y creció allí. Desde mi cosmovisión, India es inmensa, anciana, majestuosa, allí no hay nada pequeño, nada. Es emocionante en su total dimensión. Había tenido muchos años de práctica, clases, lecturas, etcétera, pero nunca había experimentando lo que es la cuna del yoga. Aconsejo viajar si practicas yoga y te gusta, y si quieres entender profundamente, con espíritu de viaje interior, no turístico.
-¿Ahora mismo en qué momento está el yoga en su evolución?
-En mi opinión, Occidente se encuentra en los albores. Vishnudevananda, que trajo la misión dada por Sivananda, pensó en California y Canadá y de allí se expandió por todo el mundo, y lo hizo con la idea de que el yoga debía llegar a los niveles políticos y una vez que éstos lo practicaran, lo aplicaran, el mundo cambiaría. La idea es casi revolucionaria, aunque todavía no se hizo realidad. Y yo creo en esta idea, el Yoga llevado a una práctica más popular formaría nuevos líderes que nos indicarían un futuro mucho más enriquecedor, un mundo más consciente, más sano, con una sociedad más unida.
-Recientemente en California un grupo de padres de alumnos primarios se opuso a que se dieran clases de yoga en las escuelas públicas.
-Sí, aún hay resistencia, por eso digo que estamos en los albores. Hay muchos que resisten y piensan que son cultos, ¡nada más lejos de la verdad! Lamentablemente es pura ignorancia, de ahí la importancia de la propagación, mostrarlo en su forma simple, porque no tiene secretos y sencillamente es una práctica transformadora, elevada. Podríamos hablar horas de yoga, pero hasta que no lo practicas no entiendes de qué se trata. El primer día solo no lo vas a comprender porque es muy frustrante para cualquiera. Todos pasamos por ahí, te das cuentas de tus limitaciones, de lo que te está faltando y descubres que es un viaje interior cargado de realidad desconocida. Empiezas a tomar conciencia de tantas cosas con las cuales no estás conectado, y eso frustra sin lugar a dudas.
-No quiere decir que sea imposible superar ese primer traspié.
-Al contrario, más que un traspié diría que es como un golpe a la conciencia para reaccionar y darse cuenta de que es solamente el comienzo. La transformación a la que lleva el yoga es única, no conozco otra cosa que transforme tanto. Ser madre, puede ser... pero la transformación que significa el yoga en todas sus dimensiones es única, hasta para las madres... Y no tiene que ver con la religión, ni siquiera con la filosofía, ni el lugar donde vives. Es un viaje a la conciencia, una puerta a muchas puertas. No necesitas nada especial para hacer yoga, solamente empezar.
-¿La puerta de entrada podrían ser las escuelas?
-Y si no son las escuelas, serán los niños. No necesariamente el yoga debe estar en las escuelas porque las decisiones más básicas allí también llegan de las que toman los políticos. Es parte del control al cual estamos sometidos como sociedad. El "gran hermano" no quiere que cambie nada, menos a nivel de conciencia, y menos aún si es elevado. La cuestión empieza en casa, como todo. Que mi hijo practique yoga, lo entienda, también sus compañeros, la comunidad, los vecinos, reconociendo que el yoga es una práctica completamente integral para el niño. Le abre la mente, le ayuda a concentrarse, a moverse, a conectarse, le ofrece un sinfín de pautas al niño desde que es muy pequeño, ya que podría comenzar con apenas tres años.
-¿Has probado en casa?
-Mi hijo tiene hoy trece años, empezó a los dos y practicó regularmente hasta los nueve, cuando me pidió hacer un corte para practicar otras cosas. El yoga ya lo tiene incorporado en su vida, lo entiende, lo ve en su casa todos los días. La colchoneta está visible, es parte del mobiliario, es simbólico, invita a las asanas, a la meditación, siempre llamándome... Enseñar a nuestros hijos a respirar apropiadamente usando la nariz cambia por completo lo que es el ejercicio típico de gimnasia en la escuela de respirar por la boca. Cambia la conexión mental, la forma de pensar es diferente. Pero en casa los que toman las decisiones son los padres. De ellos depende que las próximas generaciones encuentren una respuesta para mejorar nuestra calidad de vida y lograr un mundo mejor, o no.