Quién es
Profesora de danza y coreografía por la Universidad de Wellesley (Massachussets, EE.UU.), con un máster en coreografía por la Universidad de California, Los Ángeles, EE.UU., también se ha formado en compañías de prestigio en Nueva York, como Limon, J. Muller, Mathew Diamond, Alvin Ailey Martha Graham, Finis Jung. Sus estudios la han llevado al Jazz Centre de París, así como a incursionar en el flamenco, en Madrid. En yoga tiene certificación por D. Orlansky (Boston), Alliance Yoga y Shiva Rea (Vinyasa), entre otros. Fundadora y profesora principal de la Escuela Yoga Daily Breath, en Massachussets. Creadora de Shakti Dances, bailes de Shakti Yoga.
Invitada especial del IV Congreso Mediterráneo de Yoga (del 12 al 14 de febrero), en Valencia.
Información en www.shaktidances.com y www.dailybreathjournal.com
Aurelio Álvarez Cortez
-Samantha, ¿qué fue primero, la danza o el yoga?, ¿o quizás los dos al mismo tiempo...?
-Primero fui bailarina y coreógrafa. Me formé en la Universidad de California, Los Ángeles, donde recibí un máster en danza y coreografía. Con una economía muy ajustada, pude permitirme tener una pequeña compañía de danza, Sun Valley Idaho, en el Centro de Artes, con la que trabajé durante diez años. Luego vendría mi experiencia con el yoga.
-¿Cómo fue, entonces, que te interesaste por la danza?
-De niña no podía hablar correctamente, sufría de tartamudez. No podía comunicarme cómodamente con la gente. Pero ya se sabe... cuando una puerta se cierra, otra se abre. A los 7 años, aproximadamente, empecé las clases de ballet clásico. Me encantaba moverme ya de tan pequeña porque la danza es una forma de ser libre. Y siendo joven sólo quería sentirme libre, resultaba ser lo más importante para mí. Salir, relacionarme con otros, era un modo de estar en el mundo, rodeada de gente para realizar lo que más me gustaba. Podía expresar la alegría que sentía en mi interior.
-¿En qué momento el yoga se cruzó en tu camino?
-Mucho después, con los años, siendo ya mayor, sentí otra vez la necesidad de expresarme físicamente y descubrí que el yoga es perfecto para los cuerpos no tan jóvenes (risas). Asistí con una amiga a una clase de Ana Forrest, en California, y ella fue mi maestra en esos comienzos. Sentí una gran fuerza, una inmensa energía que se renovaba. Era otra forma importante de continuar con el precepto del movimiento y así empecé a disfrutar de todas las áreas que ofrece el yoga, como los pranayamas, los mudras, los mantras... Percibí cómo el cuerpo sutil se amplía con las ásanas. Y las secuencias para conectar. Cuando creo las danzas, como coreografía, la conexión es fundamental. Como sucede en todas las etapas de la vida, cuando iniciamos algo nuevo, como nos vaya depende absolutamente del modo en que hemos cerrado el ciclo anterior. Al dar el paso del mundo del baile al yoga, creo que yo lo hice en buena forma.
-Viste claramente que podías unir la danza con el yoga y creaste Shakti Dance.
-Sí, Shakti Dance es una creación mía. Los primeros bailes empezaron en 2008, poco a poco, al principio tenía mis temores. Al comienzo eran sencillos, con algunos ásanas, todo muy fijamente establecido. Siempre utilicé música. La elección de la música es muy importante para mí. Si no me conecto emocionalmente a la música, es muy difícil hacer una coreografía interesante. Puede ser música clásica, canciones populares o de jazz moderno, de países como España, de América del Sur, también de Europa... ¡me encanta! Canciones con letras o instrumentales, todo es útil. Las canciones describen muy bien las emociones.
-Precisamente, sueles decir que en tu trabajo las emociones y el corazón se unen con el cuerpo.
-Y la música ayuda enormemente a que esto suceda. Escuchas algo bellísimo y respondes con el cuerpo, con el corazón. También utilizo la poesía de inspiración. Me gustan muchísimo María Oliver, Hafiz, Unamuno, Rumi, Whyte. Estos escritores conectan el espíritu con la naturaleza, y la naturaleza de nuestra humanidad. Lo sutil y lo denso originan algo nuevo, se produce un juego con mucha química. Cualquiera sea la inspiración, nos ayuda a escuchar al Universo, a abrir nuevas puertas de la percepción y la creatividad.
-Con tu propuesta, imagino que la experiencia de cada participante es muy personal.
-Así es... Como denominador común, me animo a decir que se experimenta una sensación de plenitud. Quien no conoce mi trabajo o nunca ha bailado verá que empezamos muy lentamente, con pranayamas en cada ásana. Poco a poco vamos sumando la respiración y repetimos, una y otra vez para que el cuerpo, que ha estado muy cómodo, no tenga miedo y no se resista. Repetimos sin ansiedad, sin juicios, sin estar pendientes de si estamos haciendo lo correcto o no.
-Shakti es una energía femenina.
-Es la energía de la creación, Shakti crea la forma. Y no hablamos de hombre o mujer, sino de escuchar para mover mejor el cuerpo. Shakti mueve para descubrir y revelar lo divino dentro de sí mismo. Es la energía de la creación, y cuando ella crea con nosotros, es más poderosa. Cuando abrimos el cuerpo emocional, estamos disponibles y nos movemos en el mundo como "agentes de cambio".
-Se dice que en el ser humano esa energía se sitúa en la base de la columna vertebral. ¿Los beneficios de la Shakti Dance son similares a los del tantra yoga?
-Sí, aunque reconocemos que todos los tipos de yoga tienen esos beneficios, algunos más que otros, porque el yoga es vida y la vida es yoga. Shakti Yoga Dances, el tantra, el Hatha Yoga, todos trabajan para abrir el cuerpo, la mente y las emociones, por la ampliación de los canales de energía. En la vida, cuando tratamos de aprender y expresar algo nuevo con facilidad y confianza, el cuerpo se mueve con mayor conciencia y armonía. También reducimos el estrés y somos más conscientes de utilizar el cuerpo sutil para aumentar ese armonía. El mayor beneficio del uso consciente de la energía de Shakti es la estimulación de todo proceso de curación, la creatividad y la alegría. Yo puedo cultivar el espíritu y aumentar las percepciones sensoriales a través de las conexiones femeninas.
-Haces especial hincapié en el tema de la respiración...
-Para un principiante es difícil recordar este tema. Hay tantas otras cosas a las que prestar atención... la posición, el movimiento, pero debe acompañar el movimiento respiratorio con el cuerpo y asegurarse de que siempre exista una sincronía, siempre. Estamos hablando de pranayamas. Prana es la energía de la vida, la vida respirada. Hay una unión indisoluble. Es otra unión, como el yoga en sí mismo.
Fuera del mundo del yoga, es sabido que las personas no respiran correctamente, me doy cuenta de ello. Cuando tienen miedo, la respiración es casi nula.
-Por consiguiente, tanto hombres como mujeres pueden practicar.
-Efectivamente, tengo muchos hombres en mis clases. Algunos sienten un poco de temor al inicio de las clases, como todos, pero les gustan estas danzas. Como dije, poco a poco se repite todo el proceso y de ahí que sea tan importante hacerlo. A menudo quienes toman un primer contacto con Shakti Dance creen que nunca lo podrán lograr, pero luego terminan danzando fácilmente. Es la práctica de todos los días, con un poco de algo que es fácil y otro poco que no lo es tanto. Damos pequeños pasos en cada situación.
Hay una alquimia entre lo denso y lo sutil, lo ordinario y lo extraordinario. Se producen descubrimientos personales. Muchos de mis alumnos me comentan los cambios que sienten en su interior, con un cuerpo más sano y una mente que se eleva. Personalmente, el yoga me ha cuidado, me ha transformado. Enseño yoga o baile cinco días a la semana.
-¿Trabajas con niños?
-No, y te explico por qué. Me interesa la parte psicológica de mi trabajo, por este motivo converso con mis estudiantes, hablamos de cómo puede cambiar su vida el yoga. Con niños esto no puedo hacerlo. Ellos pueden practicar yoga, pero no Shakti Dance, que requiere una atención muy grande. Son movimientos de cierta dificultad y quizá los que tienen 11, 12 años, podrían aprender. Yo aconsejo a partir de 16 años, aproximadamente.
-¿Formas a profesores en Shakti Dance?
-Para enseñar Shakti Yoga Dances es necesario primero tener un título de formación de yoga de 200 horas. Y luego un entrenamiento de Shakti Dances, conmigo, de 35 horas. Claro, uno puede hacer un curso solamente para disfrutar. Por ahora, mi trabajo es en EE.UU., pero hay muchos europeos que piden formarse y me gustaría concretarlo.
-¿Cómo es la situación del yoga en Estados Unidos en estos momentos?
-Está muy fuerte, mucha gente lo practica y cada vez más. Empiezan mayormente por los beneficios físicos, y es bueno que así sea. En la actualidad tiene muy buena prensa justamente por esos resultados a nivel físico. Muchas personas que se acercan al yoga dicen que no tienen tiempo para nada más y se echan atrás, sienten miedo, cuando podrían sacar mayor provecho de todo lo que el yoga ofrece. Pero tienen que mirar más su proyecto vital. Aquí la única magia que existe es el trabajo de hacer las cosas paso a paso, no hay cambios rápidos y eso requiere disciplina y voluntad.
Un ejemplo sencillo que pongo es la postura de sirsasana, el conocido paro de cabeza. Cuando lo haces, cambia tu forma de ver al mundo. A nivel físico es una metáfora sobre lo que produce el yoga. Cada vez que pisamos la colchoneta, el mat, hay una posibilidad de transformación, pero no es nada mágico.
Cuando das vuelta tu punto de vista, todo cambia. Por eso el cuerpo tiene miedo y tiene razón, ¡sabe! Tu mente no lo sabe, tu cuerpo sí, que habrá un cambio. ¡El cuerpo siempre es más inteligente que la mente!
-Hay alguna diferencia en la práctica del yoga entre Estados Unidos y Europa.
-A mi modo de ver, no. Parece que hay más diferencias entre el yoga que se practica en California y el de Massachusetts. En California el yoga es más físico, mientras que en Massachusetts es más mental; por ejemplo, el estilo Iyengar tiene una acogida muy popular en Boston.
-¿Puede ser el yoga un instrumento eficaz para alcanzar una sociedad más pacífica?
-Absolutamente, si todo el mundo pudiera hacer yoga no tendríamos guerras. Los niños deberían aprender a meditar en las escuelas, algunas ya lo están instrumentando. En empresas multinacionales ahora mismo se dan cursos a los empleados para que practiquen en horarios laborales. Espero que esta tendencia crezca más en el mundo, que demanda más momentos sin prisas, sin exigencias. Falta equilibrio.
*** Invitación de Samantha Cameron ***
-¿Qué quieres enseñar en Valencia, en el IV Congreso Mediterráneo de Yoga?
-Yo voy a ofrecer mi corazón, como dice la canción. Siempre me encanta compartir yoga. Me gusta ver el cambio en la gente cuando se abre y se llena de felicidad. Somos diferentes, de países distintos, pero con el yoga nos igualamos y afrontamos la vida juntos con un mismo ritmo.
Creo que la paz es posible, también que hay posibilidades de curación para todo el mundo, y quiero ayudar en este sentido. Cuando nos unimos de las manos podemos cruzar las calles más peligrosas, ¿no?
Será un momento de alegría cuando nos reunamos en el congreso, haciendo un viaje en el que bailaremos con el corazón abierto.