Quién es
Hijo del famoso mimo francés Marcel Marceau, Baptiste nació en el país galo en 1954.
Con apenas 14 años decidió viajar por el mundo y con 27 conoció a Dany Paradise y David Williams en Hawai, con quienes aprendió yoga Korunta, que actualmente se conoce como Ashtanga Vinyasa Yoga. Posteriormente fue discípulo directo de Krishnamacharya y Pattabhi Jois, con largas estadías en la India, como también en América Central y del Sur, Europa y Estados Unidos. Ha sido maestro de artistas como Sting y Pavarotti, entre otros.
Actualmente reside en México. Es uno de los invitados especiales del X Congreso de Yoga de la Cosa en Marbella, donde ofrecerá la master class inaugural.
Tiene página en Facebook como Marceau Baptiste.
Aurelio Álvarez Cortez
-¿Qué te llevó a interesarte por el yoga, Baptiste?
-Tenía casi 30 años... Se dice que el maestro aparece cuando el discípulo está preparado, y fue lo que pasó. Toda mi vida he viajado, buscando el conocimiento, he sido un espíritu libre, anticonformista. En la época hippie vivía en Ibiza, cuando todavía no había discotecas. Si querías viajar, levantabas el dedo en la carretera y te llevaban adonde tú querías. Haciendo autostop encontré a mis maestros.
-Llegaste así a la India, pero no fue allí donde empezó tu relación con el yoga...
-No. Antes había estado en la India siete años. Conocía la cultura hindú porque siempre me ha gustado mucho la historia de las culturas antiguas, la mitología. En India y en Nepal con los tibetanos tuve muchas aventuras. Compraba antigüedades para luego venderlas, hasta que me robaron. Y me hice sadhu (monje asceta), me afeité la cabeza, parecía un yogui pero no practicaba el yoga con método.
-En Hawai se produjo ese descubrimiento.
-Cuando empecé a practicarlo en Hawai para mí fue como una bomba atómica, ¡boom! Comencé con la forma más rigurosa y disciplinada del yoga. Salía el sol y ¡arriba!, en ayunas y con una pauta marcial, a practicar. Fue un cambio radical que me salvó. Yo era un aventurero, una persona con mucha actividad física a la que también le gustaba el desmadre. El yoga me alineó, me dio un equilibrio para poder seguir siendo como soy pero con esta posibilidad de ayudar a las personas, de servicio, con una idea muy importante: estar en la sociedad sin ser parte de ella. ¡Cómo está el mundo!, todo es apariencia, todo es una ilusión.
-Te defines como un autodidacta en el yoga, sin dogmas...
-No tengo creencias, no creo en dogmas, tampoco en gurús. Soy un espíritu libre, en nuestro interior debemos encontrar al propio maestro. En el camino te cruzas con guías, hermanos que te ayudan, amigos. Un buen maestro es un buen amigo. No me gusta la cultura de la personalidad, del gurú, de tocar los pies. En la India vi en primera persona el sistema de castas, con los brahmanes... y esto no lleva a ningún lugar. Así se cría el ser humano que no le gusta estar libre, que prefiere ser enjaulado por miedo, que prefiere ver cosas que lo hagan sentir más seguro.
-Vives en México, donde hay una cultura chamánica tradicional muy arraigada.
-No tengo apego a los lugares, de un día para otro puedo irme. Y en cuanto al chamanismo, entramos en otro tema...
-¿Encuentras o no puntos en común entre el yoga y el chamanismo?
-Totalmente, pero hasta hace poco tiempo no se podía ni hablar de esto porque la gente no estaba preparada para aceptarlo. Este tema lo voy a tratar en el Congreso (de Yoga de la Costa, en Marbella), el mundo necesita despertar su conciencia. Estamos acabando con la naturaleza, con la vida, por eso las ciencias ocultas están apareciendo, para rescatar la memoria antigua, asegurándose de no perder su esencia. Fue lo que sucedió con el yoga, con la ayahuasca... Hay que saber valorar lo sagrado y respetarlo. Para mí es muy importante. Yo no me vendo, trato de tener congruencia, digo lo que hago. Yo solo puedo hablar de lo que practico y nada más.
-No usas teléfono móvil...
-No, utilizo un iPad para trabajar. En un viaje a Francia tuve que comprarme un móvil de esos antiguos para hablar y nada más. La gente no tiene tiempo, todo el tiempo está trabajando. El mundo está alineado, no hay tiempo para poder pensar y concentrarse. Tuve la dicha de haber conocido la época de los 60, cuando en países mediterráneos como España, Italia, Grecia, existía la siesta. Entre las 2 y las 5 de la tarde todo estaba cerrado, hacía calor, la gente descansaba, y a la noche se reabrían los comercios. Era un tiempo para vivir, ahora seguimos el ritmo de los bancos... "time is money" (el tiempo es dinero).
-¿Te sientes un poco pesimista?
-No, soy realista. Estamos evolucionando y al mismo tiempo existen dos fuerzas contrarias que actúan a la vez, una que sube y otra que baja, en una época de crisis, de emergencia. Si no tomamos conciencia y dejamos que nos manipulen los señores de la guerra, lo que pasa en el planeta es preocupante. Lo podemos ver. En México, por ejemplo, hay una situación muy grave, en Medio Oriente ni hablar... Además, en los medios de comunicación solo aparece lo negativo porque quieren amedrentar a la gente, para imponer un nuevo orden mundial. Pero no lo van a lograr. La luz siempre triunfa ante la sombra. Viviremos un momento muy difícil, aún más, y debemos prepararnos.
-¿Percibes una gran brecha entre lo que hemos avanzado tecnológicamente y nuestra forma de pensar y sentir?
-Absolutamente, la ignorancia es un pozo sin fondo. A pesar de que todo lo podemos conseguir en Google, somos más ignorantes que antes, no queremos pensar.
-¿Cúal es tu visión del yoga en este momento, que ha cobrado auge en los últimos tiempos?
-Veo que algunos jóvenes que se meten con el yoga se sienten como Superman y la realidad no es así. La ciencia del yoga es alquímica, para aprender a crecer con gracia; es una herramienta creada por los sabios al observar el mundo animal y la condición humana. No te puedes identificar con este cuerpo y esta mente. "Neti neti nama rupa" (mente y materia, ni esto ni aquello), como está escrito en los Sutras. Por lo tanto, digo que el mundo del yoga se ha vuelto un poco superficial, una moda. Si quieres tener un cuerpo hermoso, hay muchos deportes maravillosos que te harán muy bien y son saludables.
-¿Entonces...?
-El yoga tiene otra connotación, hacerte recordar que somos seres espirituales que tienen una experiencia humana y no al revés. Cambia mucho la perspectiva.
-Viajas continuamente, ¿planificas o te dejas guiar por el instinto?
-No tengo nada planificado, vivo por instinto. La inteligencia está en el corazón, la mente hace trampas. Siempre seguí mi inspiración, no sé mañana qué haré. Por ejemplo, ahora (cuando se realiza esta entrevista) viajo a Alemania para dar un taller, luego iré a Noruega, en septiembre (este mes, cuando se publica este diálogo) estaré con vosotros en Marbella... las cosas se manifiestan en el camino.
-Es decir que te dejas sorprender por lo que surge, por lo que te presenta la vida.
-Todo es un perpetuo comenzar, una renovación. La vida asegurada en la rutina provoca un envejecimiento más rápido (risas).
-Aparte del yoga, ¿qué es lo que te gusta hacer?, un hobby...
-Desde joven no me gusta quedarme estancado en ningún sitio. Me gusta mucho la montaña, caminar por el monte, siempre he sentido una atracción especial por la naturaleza. No puedo vivir en la ciudad, me fastidia después de pasar un par de días, me cuesta...
-¿Este espíritu libertario fue aprendido o hubo algún modelo en el que te has fijado?
-Desde pequeño quería conocer el mundo, ser arqueólogo, conocer los pueblos antiguos, recordar la sabiduría ancestral. He tenido varios maestros que me han ayudado, pero mi naturaleza ha sido y es siempre la misma.
-¿Un recuerdo de tu padre?
-Una vez me dijo: "Yo hago teatro en el escenario, tú lo haces en la vida"... Fue un humanista que recordaba a menudo que había que aprender a vivir en un mundo sin ilusión.