Patricia Abarca Matrona. Doctora en Bellas Artes y Máster en Terapias Expresivas
De manera muy resumida podemos decir que la experimentación, el contacto con uno mismo, la libertad del gesto, la expresión y la vivencia experiencial serían las palabras que resumen el espíritu de la pintura creativa; lo material comprende los colores, el soporte, las pinturas, los materiales y técnicas utilizadas. Pintar es mucho más fácil de lo que mucha gente se imagina, solo necesitamos permitírnoslo dejando fluir la inocencia que llevamos dentro, y ser creativo también, ya que es un don natural del ser humano. Se tiende a pensar que la creatividad es una cualidad de unos pocos afortunados como lo han sido, por ejemplo, Picasso o Mozart, pero en realidad todos tenemos un potencial creativo en nuestro interior, la diferencia está tanto en las circunstancias del momento y la vía que cada uno elige para desarrollar ese potencial, como en la energía que aplicamos para ponerlo en práctica y concretarlo.
Sin duda que hay personas geniales que tienen una enorme facilidad para encausar y desarrollar de forma extraordinaria su creatividad; sin embargo, no todas tienen la oportunidad de mostrarla al mundo como quisieran, a veces porque no se dan las circunstancias apropiadas, pero en algunos casos también porque no se tiene la claridad suficiente para generar la voluntad de concretarla. En sentido contrario, quienes piensan que no son nada creativos lo más probable es que tengan bloqueado su potencial, ya que la creatividad tiene mucho que ver con la ausencia de juicios y autocensura, tanto internos como externos, los que provienen de nuestra historia de vida y que de alguna manera han debilitado o encapsulado nuestro don natural.
Como en varias ocasiones he mencionado, las palabras no siempre permiten expresar todos los matices de aquello que percibimos, sentimos o vemos, sin embargo las imágenes, las combinaciones de formas y colores pueden comunicar más allá del lenguaje, y de lo que nuestros ojos ven; como sabemos, el arte no sólo hace visible lo invisible, también permite expresar lo inexpresable. La importancia y la necesidad de la expresión artística reside en que el ejercicio de crear –por sencillo y simple que sea– nos ayuda a desplegar el pensamiento intuitivo, la imaginación y la abstracción, potenciando la capacidad de observación y de concentración, nos hace más sensibles, favorece nuestra capacidad de adaptación y de iniciativa, ayudándonos a desarrollar una visión más amplia y más equilibrada de la realidad.
Además, la pintura creativa nos abre un camino de autoconocimiento y aprendizaje: descubrir cómo se conjugan los colores y ejercitarse en la composición, el volumen, los contrastes, las formas, el movimiento, el ritmo y la armonía, desarrollando la propia gestualidad favorece el avance de ese potencial creativo que llevamos dentro, fortaleciendo la autoconfianza y la autoestima. Al mismo tiempo, el proceso de crear y pintar implica una experiencia de reflexión y autoconocimiento que emerge de forma simultánea con aquello que vamos creando. La creación artística aquieta esos pensamientos que acompañan el ruido de fondo que nos acompaña en el día a día, lo que nos permite tomar contacto de una manera sensible y no racional con nuestra interioridad, de ese modo nos hacemos conscientes de las propias barreras internas, así como de nuestros deseos y necesidades más íntimos, por eso el permitirnos ser creativos conlleva necesariamente un proceso y una experiencia de liberación –y de no enjuiciamiento– hacia nosotros mismos.
Aquellas formas y colores que afloran intuitivamente, representadas ante nosotros por medio del propio gesto pictórico nos descubren un mundo y una realidad –tanto interna como externa– de la que hasta ese momento no éramos conscientes, pudiendo hacernos descubrir aspectos del inconsciente ignorados por nuestra mente racional. Por eso un taller de pintura creativa puede transformarse en una actividad terapéutica, ya que el proceso en sí favorece tanto la capacidad de escucha de las propias necesidades como la gestión de los conflictos emocionales y la toma de decisiones; todo depende de cómo cada persona decida vivirlo y cuándo quiera profundizar en sí misma, en el desarrollo estético-creativo o en ambas áreas a la vez. Es un proceso creativo que podemos usarlo tanto para conocernos, comprendernos y desbloquear sentimientos internos en los que nos encontramos atrapados como para potenciar la creatividad, expresar aquello que necesitamos sacar fuera, o bien reforzar el propio camino artístico y desarrollar nuestra identidad creadora.
Por otra parte, la asistencia a un taller otorga a la persona un espacio personal donde desarrollar su creatividad de forma lúdica, libremente y sin coacciones. Un espacio donde puede permitirse explorar sin temor sus propias capacidades estéticas, simbólicas y creativas, su gestualidad a través del trazo, así como su propio cromatismo; pero quizás lo más importante de la asistencia a un taller es permitirnos un espacio donde explorar y cultivar la actitud creativa.
La actitud creativa es una predisposición a ver de una forma diferente, una apertura de mente, un dejarse llevar por lo que surge en nuestro interior sin tener miedo a ir más allá de lo conocido. Es aprender a jugar y a conjugar lo conocido con lo desconocido, atrevernos a ir más allá de nuestra zona de confort en la que nos sentimos protegidos, asumiendo tanto los errores como los aciertos, perder el miedo a equivocarnos o a sentir que no estamos a la altura. La actitud creativa conlleva tener una actitud zen en la acción, en el hacer, experimentar, poner, quitar, cambiar, agregar y volver a probar una y otra vez con total libertad y sin juicios, hasta quedar en paz con nosotros mismos. Cuando dejamos fluir sin miedos nuestra creatividad, sea cual sea la creación artística, la energía y la pasión inundan el espíritu, es entonces cuando sentimos el goce y la plenitud a la que nos conduce el arte.
No importa si nos creemos o no que somos creativos, tampoco importan las etiquetas que nos han puesto, o nos hemos autoimpuesto, y menos importa si sabemos pintar o dibujar; si nos permitimos entrenar y desarrollar la actitud creativa en el sentido artístico, deteniendo la mirada para ver más allá de lo que vemos a simple vista, esta actitud finalmente terminará formando parte de nuestra vida.
Os invito a vivir la experiencia de la actitud creativa despertando vuestro potencial a través del dibujo y la pintura.