Hace años se desempeñaba como profesora de Derecho Laboral y Economía, pero un episodio traumático, como estar al borde de la muerte, hizo que diera un vuelco de 180 grados y empezara otra historia, personal y profesional, volcada a lo que hoy define como "dar amplificación a todas esas culturas que aún están vivas en Perú, Guatemala, México, Siberia". Anna Beltrán, conocida como Saranande-Anna, dirige la Fundación Voces Ancestrales y desde allí despliega una intensa actividad que la lleva a uno y otro lado del Atlántico, conduciendo talleres y proyectos vinculados con la sanación ancestral con los cuatro elementos de la naturaleza: agua, fuego, aire y tierra.
"Estuve en coma, por un aborto de dos gemelas. El shock hipovolémico hizo que perdiera rápidamente más de un tercio de volumen sanguíneo. Unos seres de luz me dieron mensajes personales que en ese momento no entendí. Con el curso de los años, he ido comprendiendo que esos mensajes eran sobre un nuevo alineamiento con mi propósito de vida", dice recordando cómo fue el trance que la llevaría lejos de sus propósitos académicos iniciales.
A pesar de ya contar con formación en especialidades que luego aportarían a su actual trabajo, tales como medicina tradicional china, homeopatía, PNL, reiki, entre otras, "no estaba en conexión con esa paz que sí me dio la experiencia de muerte", señala a continuación.
Así comenzó a buscar quién podía volver a "conectarla con el todo", sin mucho éxito, hasta que llegó a su casa una mujer. Según evoca, era "una maestra inca que a través de sueños contactó conmigo y viajó para verme. Hizo un gran esfuerzo, pero yo me reboté con ella. Ya habían muerto un hijo, mi esposo y mi madre, que se quitó la vida". Aquella visita inesperada le dijo que habían sido aprendizajes que tenía que aceptar, para después apoyar a otras personas en esos tránsitos.
"Pensé 'a mí qué me importa'. Era mucho sufrimiento para mí. Necesité un tiempo para entender que a veces precisamo
s pasar por espacios de sombra para reforzarnos, pero cuando estás ahí abajo, fastidiado, con dolor, no lo razonas".
Anna marchó a Centroamérica y en Guatemala recibió esa ansiada conexión. Fue con "las fuerzas de los nahuales donde encontré mi fortalecimiento", subraya.
"La sanación sucede por la conexión con los elementos, que manejan muy bien las culturas ancestrales en sus rituales. Por ejemplo, nos enseñan que mediante la conexión con el fuego podemos sanar el corazón", afirma quien también ha sido reconocida como sacerdote maya por tres etnias: la Quiché, la Pocomam y la Achi, un hecho nada habitual en estos colectivos.
Anna comenta que "a veces gastamos mucho dinero y tiempo en técnicas que pasan por la mente, el entendimiento, pero la sanación tiene que pasar por el corazón. Si abres tu corazón a estos elementos, resulta mágico, en cuestión de horas te sanas. La clave es cómo manejarnos con ellos, un conocimiento que hemos perdido". Y agrega: "Mi misión es ser puente para que las personas se abran a la conexión con los elementos, con sus guías y maestros. Tenemos que llamarlos, ellos aparecen. Ya nadie es guía de nadie, todos somos acompañantes, compañeros de camino, cada uno con su propia experiencia de karma".
En referencia a los rituales de sanación que realiza en Guatemala, Salvador y Costa Rica, Anna declara que ha articulado talleres de conexión con ángeles, con guías y maestros, también con el nahual (espíritu protector), cada uno caracterizado por un componente que hilvana una a una las experiencias de quienes participan y que a modo de testimonio recopila en la web de la fundación. Y pone énfasis en que "no necesitamos depender de nadie que nos muestre el camino, o un gurú para que diga qué está bien o mal".
Por otra parte, en la actualidad está recabando información de los íberos mediterráneos. "No me lo esperaba, pero a través de sueños y visiones recibo imágenes que me muestran detalles de sus rituales de sanación". A ese nivel, dice, se le han presentado imágenes de embarcaciones, también de dioses a quienes veneraban (en este caso como estatuillas de hierro), y el modo en que, con plantas y aceites en cuencos pequeños, preparaban ofrendas para que los guías espirituales los protegieran en el mar. Reconoce que no hay ninguna prueba documental de estos pueblos prerromanos, pero más allá de la veracidad antropológica de este tema, anticipa que todos estos datos servirán para incorporarlo en sus actividades de sanación.
Además, anunció que del 23 al 26 de junio, y con motivo de celebrarse la Noche de San Juan, la Fundación Voces Ancestrales llevará el fuego maya en un tramo del Camino de Santiago, de Finisterre a Muxía. Lo hará junto con abuelos de Guatemala, El Salvador, Costa Rica y Honduras, simultáneamente. "En este camino iniciático celta, reuniremos el fuego de los íberos, purificador de la noche más corta del año, para pedir por la unidad de los europeos con los pueblos de América. Que se purifiquen nuestras relaciones, con unión, sanación, liberación. Este tipo de actos es muy liberador para las almas de los difuntos. El fuego es el elemento de las almas para trascender. Será un acto de amor".
Otra ceremonia está prevista para el 23 de septiembre, equinoccio de otoño, en este caso de hermanamiento de Calafell (municipio de Tarragona, Cataluña) con otro guatemalteco, donde se pondrá en valor el vínculo entre la Madre Tierra y la mujer. Será época de vendimia, motivo por el cual se explicará a través de talleres cómo se recibía dicha estación en el Mediterráneo antiguamente. La alegoría es evidente: "Las mujeres que llegamos a los 40, tiempo de cosecha, entramos en crisis, cuando habría que sentirnos más a gusto, con la vida llena de experiencias; nos apegamos a las arrugas, la menopausia llega con cambios físicos que no aceptamos. Eso significa no sólo falta de autoestima sino que a nivel social no se aceptan los ciclos de la vida. Reflexionaremos sobre esto con hombres y mujeres de Centroamérica, con quienes estaremos en conexión. Americanas y europeas se escucharán. También contaremos con apoyo desde Francia. Será muy bonito".
http://fundacionvocesancestrales.org