Salvador Ballester
A menudo la fatiga aparece como una amenaza y, además de poner freno a cualquier acción, desarmoniza nuestras vidas. Hombres y mujeres suelen rendirse ante los signos del cansancio, y no se permiten una conveniente recuperación. Con ello puede ocurrir que tal estado se apodere de las energías tanto corporales como mentales, conduciendo a diversas perturbaciones que se manifestarán en la salud.
Por esta razón sería oportuno tener en claro qué es la vitalidad. Todos deseamos una imagen activa. Pero se debe entender definidamente qué significa estado vital y considerar que un cuerpo con vitalidad, además de prevenir enfermedades, aleja y elimina las emociones negativas que tienen un protagonismo adverso en momentos de cansancio y exigencias. Un cuerpo y una mente vital, motivados por acciones específicas, permiten estimular el laboratorio bioquímico cerebral y producir las ya famosas endorfinas, las mismas que en la industria farmacéutica se ofrecen en forma de medicamentos para tratamientos antidepresivos. La diferencia es que, al ser producidas por nuestro organismo, los beneficios de bienestar y relajación son mayores que si las ingerimos a través de una vía externa en forma de píldoras.
De allí que ante esta idea de que, mientras algún sector del conocimiento humano define al cuerpo humano como un conjunto de huesos, órganos y músculos, como también una compleja integración bioquímica –sin darse cuenta que de este modo interpreta una parte del todo–, una mayor actitud de conciencia puede dar una mirada más extensa sobre lo que podemos entender por vitalidad. En otras palabras, observar el espíritu, el cuerpo y la energía en forma integrada puede facilitar la visión sobre qué es en verdad el aliento vital.
Inicialmente debemos partir de la idea de que todo movimiento es expresión de vitalidad. Desatender el instinto de movimiento puede conllevar secuelas negativas para nuestra salud. Largas horas delante de un ordenador o estar sentado conduciendo un vehículo, por ejemplo, atentan contra la vitalidad corporal. He aquí por qué una actividad física resulta clave para alcanzar sensaciones y estímulos de vida, toda actividad física que esté conformada por una serie de características donde entren en juego en forma integrada lo psicomotriz, lo biológico y lo psicológico.
Disciplinas como el yoga, el tai chi, chikung, entre otras, trabajan intentando la unidad cuerpo-mente, donde el movimiento y la coordinación se fusionan con el control de la respiración y una mente relajada.
También una buena nutrición está vinculada con la actitud del cuerpo. La calidad de nuestra energía está directamente relacionada con lo que ingerimos e igualmente se debe incluir al oxígeno que respiramos como un alimento vital. Enseñar al cuerpo a alimentarse y nutrirse de oxígeno de modo saludable es una acción clave de subsistencia. La combinación de una buena oxigenación con una alimentación sana produce sustancias químicas que favorecen la generación de energías. Esta es la base para desplegar la vitalidad.
No obstante, la actividad física y una buena nutrición son sólo una parte. A esto se añade la voluntad para conseguir que la acción deseada se ejecute del mejor modo y con el propósito que buscamos. Nuestra mente debe estar enfocada en lo que deseamos. Cuando empleamos los músculos para cualquier acción, también el sistema nervioso, los pensamientos y nuestras emociones entran en funcionamiento. El mayor gobernador de esa energía es nuestra mente, por eso la actitud y la voluntad son fundamentales para la vitalidad, y utilizarla en los objetivos deseados.
Por otra parte, despertar las ganas de estar mejor pondrá en marcha la maquinaria bioquímica que moverá músculos y huesos, empezando el proceso para sentirnos vitales y en estado de óptimo bienestar. De tal forma que se estimulan fuerzas poderosas. Es el dominio que tenemos para encender los motores de la vitalidad.
Y si a cada cosa que realizamos le ponemos amor difícil será que nos sintamos cansados, sino más cercanos a una sensación de felicidad. Tanto el entusiasmo como una actitud positiva son la mejor prevención ante la falta de vitalidad y percepción de fatiga. Si somos conscientes de este poder estaremos en condiciones de disfrutar de un largo y feliz camino.