Emi Zanón. Escritora y comunicadora
"También es mi primera vez, siente como tiemblo, ya ves,
tuve sexo mil veces, pero nunca hice el amor".
Ricardo Arjona, cantautor guatemalteco.
Cristina se pasa las manos por la cara y seca las lágrimas con rabia. Pero de nuevo otras más vehementes ocupan su lugar cuando piensa que su mejor amiga, Olivia, ya no es la misma. Apenas la conoce con todo ese entusiasmo y enamoramiento. "¿Cómo puede ser?, ¿qué ha ocurrido? Ni tan siquiera habla de la misma manera, le da vueltas y vueltas a las mismas preguntas". No ha hecho caso de sus advertencias: "Tía, deja ese diario o lo que sea... te está trastornando. Déjalo o no acabarás bien". No la escucha. No la escucha... "¿Por qué me siento ahora tan alejada de ella, tan perdida, tan sola...?", se pregunta.
-Mira, Cris –sigue recordando la voz alegre de Olivia al otro lado del teléfono–, aquí dice que "la sexualidad no es bien entendida, entre otras cosas, por la gran represión y morbosidad de los últimos tiempos. La sexualidad no es sólo el acto sexual: es un acto creativo; es el arte de compartir todo lo que somos con los demás: es el amor. El ser humano confunde, en su mayoría, la sexualidad con la genitalidad. Y en su camino evolutivo tiene que pasar de la genitalidad, de la utilización del otro, a la auténtica sexualidad, a la comunión más íntima, más sagrada, con otro ser, activando, despertando la energía vital del Universo que mora en cada uno de nosotros, y fundiéndose en su gran red".
Palabras... palabras... que a ella no le dicen nada, no le importan nada. Sólo le importa Olivia. Y, en estos momentos, sólo piensa que la está perdiendo. "¿Qué va a hacer ella ahora sin Olivia?", reflexiona amargamente. Olivia ha sido siempre su mejor amiga, su apoyo, su seguridad...
Extracto del capítulo VIII de la novela "La hierba azul de Calíope", NPQ Editores, 2018
Está cambiando nuestra trama social. La sociedad de consumo "usar y tirar" ha llegado a todos los estratos de la vida, tejiendo en su manto al propio ser humano que, proyectado más como un objeto que como una persona, extrapola sus sentimientos a unas relaciones superficiales en las que se deja llevar por sus instintos –por su cerebro reptiliano–, dejando a un lado la emoción, el afecto, la empatía, cualidades estas que nos proporciona nuestro cerebro mamífero, y dejando a un lado el corazón. Dejando a un lado el Amor, tan necesario para vincularnos, para ponernos de acuerdo, para llegar a una relación estable y fructífera, a una relación sexual plena.
Cada ser humano tiene su propia efemérides amorosa, sus propias creencias, producto principalmente de su entorno y su educación. Tanto la educación sexual que se imparte en los colegios, como la ingente publicidad en todos los medios de comunicación, van enfocadas a la relación genital, no sexual.
Está comprobado y estudiado que el miedo y la tristeza aumentan los consumos. La pubertad se ha adelantado a edades muy tempranas, y por otro lado el comportamiento adolescente se ha alargado hasta los veinticinco años. Quizá deberíamos empezar a "amar a cuerpo entero" y no dejarnos llevar por la filosofía del consumo "usar y tirar". Quizá deberíamos escuchar las palabras de Mirta Guelman, pediatra argentina, estudiosa compulsiva para que a los niños no les duela la vida y lleguen a ser humanos enteros y éticos, como ella misma se define. "Sean como son, no como todos, al menos en el Amor". ¡Qué bonita y sabia invitación!
¡Feliz mes de octubre!