Miriam Lier. Terapeuta floral
A menudo oímos hablar de personas que son seguras de sí mismas, han desarrollado una fuerte autoestima, son líderes, como también de otras que por vergüenza o timidez no pueden destacar a pesar de sus grandes conocimientos y capacidades. Bueno es saber que todos tenemos la posibilidad de mejorar, de aprender y de superarnos a nosotros mismos. ¿En qué radica la diferencia?
Particularmente he tenido discrepancias con madres que dicen que los niños deben competir hasta ganar, y entienden la superación personal de sus hijos sólo si éstos "ganadores". De adultos seguirán los mismos patrones de comportamiento.
Desde una visión triunfalista que viene de lejos, según la época, y en ese contexto quizás aquello fuera necesario… Algo así como "mejor triunfar o morir en el intento".
En la actualidad nuestras necesidades y circunstancias son diferentes, ahora es necesario participar y aportar algo constructivo al grupo y, por supuesto, hay que hacerlo de la mejor forma posible. Sin embargo, tenemos que saber que si fracasamos, no perderemos el amor de los demás, nadie se burlará de nosotros, ni nos marginarán; simplemente tenemos la opción de intentarlo otra vez, ¡y no pasa nada!
Debido a mandatos de nuestros padres o responsables de nuestra educación, se nos han impuesto estas creencias que nos hacen sufrir cuando dependemos de la aceptación de los demás para ser felices. Pasamos los mejores años de la niñez y juventud tratando de agradar a todos y luego, de adultos, intentamos competir en todo y con todos.
¿Qué pasaría si viviéramos nuestra propia realidad, aceptarnos tal como somos, intentar mejorarnos si eso es lo que deseamos, pero sólo por nosotros mismos; rever nuestras prioridades, hacernos dueños de nuestra vida, desafiarnos y descubrir nuestras cualidades y lo excelentes que somos cuando nos damos permiso y perdemos el miedo y afrontamos los desafíos. Una actitud saludable es hacer las cosas para disfrutar y no por obtener la aprobación de los demás.
Bach nos dice de un grupo de remedios que pueden ayudar a no depender tanto de la opinión ajena, a no dejarnos dominar por la sensibilidad excesiva (ofendernos por lo que los demás digan o piensen de nosotros).
El tipo de personalidad Agrimony oculta a los demás su preocupación, ha aprendido a disimular sus angustias. No está bien visto ser vulnerable ni débil, así sufre en silencio porque teme perder el amor de sus padres o de su pareja o el respeto de sus hijos. Sostener ese talante es para estas personas un esfuerzo psicológico tremendo. Suelen sufrir migrañas, hipertensión o contracturas musculares, y ni hablar del daño que le inflige a su sistema circulatorio, sobre todo el corazón.
Otros remedios de este grupo son Centaury (para las personas débiles de carácter, demasiado dóciles y que no saben poner límites a las demandas de los demás), Holly (cuando, por tanta presión, sobrevienen la envidia, los celos y la irascibilidad). Y nada mejor que Walnut para los casos en los cuales la persona no puede romper con vínculos familiares o parejas que son altamente perjudiciales para la integridad individual.
Además de estos remedios florales podemos contar con otros de gran utilidad. Siempre es cuestión de ver cada personalidad en su totalidad. Conviene recordar que todos vivimos las mismas emociones, pero cada uno las experimentamos de una manera diferente.
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