Con motivo de la publicación de “Recuperar la salud” (Editorial Sirio), de Carl Simonton y Stephanie Matthews Simonton, junto con la colaboración de James Creighton, reproducimos a continuación fragmentos de una entrevista realizada por Aurelio Álvarez al doctor Simonton –fallecido en 2009–, a modo de homenaje a un gran profesional que aunó ciencia y espiritualidad, creador de un enfoque terapéutico que lleva su nombre.
"En el estudio del paciente canceroso importa el perfil de sus creencias", dijo Simonton, quien tuvo su propia experiencia con el cáncer a los 16 y 33 años, respectivamente, con procesos neoplásicos en piel y nariz. Todo comenzó luego de cursar la carrera de médico; cambiando sus deseos iniciales por la ingeniería, y superadas las instancias de su primera enfermedad en la piel, comprendió qué ocurre con ese mal llamado cáncer, desde los episodios celulares.
Abocado de lleno al tratamiento desde fines de los años setenta, al poco tiempo arribó a esta conclusión: "Mis pacientes tienen desesperanza", señalando a esta cuestión como más gravitante y crucial para un cambio de observación.
Así resolvió investigar y aplicar algo más sencillo, poco ortodoxo y, en todo caso, un elemento con escaso predicamento en el establishment científico hasta ese momento: el poder de la imaginación. "Cuando cambiamos nuestras creencias conscientes y actitudes, cambia la química básica en nuestros órganos", planteó, para seguidamente interrogarse si eso alcanza para torcer el curso de una enfermedad.
Su primer paciente tratado, según el nuevo modelo de comprensión etiológica, padecía de cáncer en la garganta. Con la incorporación de técnicas de visualización, Simonton tuvo éxito. Para el anecdotario personal y habiendo transcurrido varias décadas, todavía recuerda las palabras de aquel paciente: "Doctor, aunque usted se muera ahora mismo, yo me curo".
Según Simonton, la Sociedad Americana de Cáncer encomendó a un especialista que demuestrara "la falsedad" de sus investigaciones. Pero no sólo logró confirmar el trabajo realizado, sino que ese seguimiento de control terminó por descubrir, además, otro aspecto que Simonton consideró: "Nuestros cuerpos están produciendo células débiles, confundidas y deformadas. Las creencias y emociones enfermas empujan a nuestros cuerpos hacia el sufrimiento".
Puso como ejemplos de lo dicho frases conocidas, como “yo no puedo”, “no he sido ni podré ser feliz” o “no aguanto más”. Y sintetizó su experiencia de estudios sobre la relación salud-enfermedad expresando que "es aburrido contar cómo una persona se enferma. El proceso de curación, por el contrario, resulta más creativo".
Simonton trató también los aspectos espirituales de la enfermedad. Señaló que en la enfermedad se encuentran debilitados los nexos con los principios que avalan la fuerza motriz de la existencia, afectados por creencias y actitudes negativos.
"Se disipa el sentido de por qué estamos en el planeta. Perdemos espiritualidad. Aprendamos entonces a conectarnos con el Yo, no como idea de ego o personalidad sino como lo más trascendente, con las fuerzas de la creación. Estar sano es caminar hacia la salud en lo corporal, lo mental y lo espiritual. Para ello tenemos que estar motivados. Esas fuerzas se comunican a través del sentimiento y de la sensación de que todo está bien. Las Escrituras no prometen nada ante la simple demanda, sólo dicen ‘busca y hallarás’. Cuando la ayuda no llega, actuemos", dijo.
El significado de la enfermedad
Tras plantear "cuál es el significado de la enfermedad, qué nos quiere decir", Simonton dio su opinión: "La enfermedad es un mecanismo de sobrevivencia que está apuntando que algo anda mal y debe cambiar". Y puede llegar a un feedback negativo, como la muerte, mientras que la salud se traduce en un feedback positivo.
Sin embargo, aclaró que lo que enferma a algunas personas, a otras no les produce nada, del mismo modo que lo que cura a unos, a otros no les provoca efecto. "Aprendamos a tomar decisiones, a hallar la armonía y dar al César lo que es del César", sentenció.
Simonton aportó datos presentados en dos conferencias internacionales sobre psiconeuroinmunología y cáncer. Confeccionó una lista con recomendaciones, con el fin de asesorar al entorno familiar del paciente con cáncer, incluyendo principios extensivos a las enfermedades en general. Junto con él, medio centenar de científicos de distintas partes del planeta acordaron sobre el interés primordial de "integrar lo espiritual en la vida cotidiana".
En esa lista se mencionan los siguientes puntos:
• Enfoque hacia la calidad de vida y no hacia la enfermedad del paciente;
• terapia compasiva;
• el tratamiento debe encender el poder interno del paciente, utilizando la tecnología, sin extralimitarla;
• obtención de los niveles más profundos, creativos y espirituales en las visualizaciones;
• enseñanza formal de la relajación;
• ayuda al paciente para que encuentre la significación de su enfermedad.