Emi Zanón. Escritora y comunicadora
“Lo tengo todo.
No me falta de nada.
Hace tiempo que descubrí un gran tesoro:
A mi Espíritu”.
“Andante” - Reflexiones
“La voz blanca”, aforismos, reflexiones y poemas místicos
y de la naturaleza, de Emi Zanón.
En diciembre pasado se estrenó en TV2 el documental "La edad de la estupidez" que alerta sobre los desastres que le esperan al planeta en 2055 si prosigue el cambio climático. Este documental coincidió con la Cumbre del Clima de París. Uno de los datos escalofriantes que se daban era las posibles 900 mil muertes de chinos de no frenar a tiempo la elevada contaminación que padecen.
No está en mi línea el alentar el miedo (como habréis ido comprobando a lo largo de mis artículos) y mucho menos es ese mi propósito en estas líneas. Todo lo contrario. Mi deseo es ofrecer y compartir, humildemente, opinión, puntos de vista, alternativas... siguiendo, por un lado, mi deseo de que entre todos hagamos un mundo mejor, más sostenible, empezando por tomar conciencia de los tiempos que vivimos, y por otro, mi fuerte e inquebrantable fe en el ser humano que me dice que somos capaces de conseguirlo.
El filósofo americano Richard Gregg, seguidor y autor de varios ensayos sobre Ghandi ("El poder de la no violencia", "La resistencia no violenta", entre otros), en la década de los años 30 del siglo XX, acuñó los términos: "simplicidad voluntaria" y "el grado de simplificación" para describir el estilo de vida que evita acumular cosas sin necesidad y focaliza la atención en lo que realmente es importante.
Si nos paramos por un momento a pensar en las cosas que acumulamos y amontonamos en nuestras casas (hablo de los países supuestamente desarrollados) sin necesitar realmente, en las veces que despreciamos la abundante comida, que no apagamos los aparatos eléctricos (TV, ordenador, calentadores, etcétera) cuando no los estamos utilizando, la de veces que cogemos el coche cuando podemos ir andando y un sinfín de cosas más, nos daremos cuenta de que durante décadas nos han enseñado a "necesitar" cada vez más cosas materiales para servir de esa manera a la "señora economía", al poder financiero, al dinero, en resumidas cuentas, alentándonos con publicidad y trucos engañosos que nos llevan a considerar la obsolescencia de las cosas. Y desviando, obviamente, nuestra atención de lo realmente importante: el agotamiento de los recursos naturales y humanos (sobreexplotación), y el envenenamiento y deterioro del planeta (tierra, mar y aire) debido a ese consumo desmesurado.
"El grado de simplificación –decía Gregg– es algo que cada individuo debe establecer por sí mismo". La simplicidad voluntaria es una actitud. Una actitud de consumo reflexivo, de responsabilidad y resistencia a la creación artificial de necesidades (aquí, me gustaría citar que España va a la cabeza, en Europa, en el consumo de teléfonos móviles y me remito al reciente escándalo sobre la procedencia del cobalto que utilizan Apple y otras compañías para la fabricación de las baterías de sus dispositivos).
Richard Gregg era un visionario, un adelantado de su tiempo (influyó enormemente en mentes tan brillantes como Martin Luther King y Aldous Huxley), que nos indicaba un camino para crecer de manera sostenible y en equilibrio en una sociedad que ya tomaba una dirección demasiado superficial y materialista. Desde entonces, han sido muchos los seguidores de Gregg, los partidarios de la simplicidad voluntaria, que han elegido desarrollarse a un nivel más elevado de su potencial humano, psicológica y espiritualmente, dando como resultado el germen de un orden social diferente. Un orden social que ya se está manifestando y al que espero seamos cada vez más los contribuyentes. ¿Te apuntas?