Marcel Vega
Celebramos el 2014 con una investigación en el Pacífico, Oceanía y Japón. Durante mes y medio –compartiendo con muy diversas culturas a la nuestra– constatamos el retorno a los orígenes que se está llevando a cabo en todo el planeta. Todos están recuperando la sabiduría que tenían antes de llegar el hombre occidental. También Europa a principios del siglo pasado apenas tenía medicamento o cirugía. Eran las abuelas quienes en las familias hacían de médico, farmacéutico y, a veces también, de comadrona. Se transmitía una cultura de la salud de madres a hijas.
Con la P.H. y la P.H.E. los padres recuperamos una tradición y una orientación que podemos pasar a nuestros hijos, que complementa los avances actuales y cultiva cierta autonomía ya que –además de tratar el síntoma– comprendemos a qué se debe que nuestros hijos se resfríen o sufran alergia, anginas, rinitis o sinusitis... y tendremos orientación para prevenirlas. Si somos personas, ¿por qué tratarnos como mecanismos que no se pueden conocer?
Cuando los fisioterapeutas, médicos, acupuntores, osteópatas, etcétera, tratamos el cuerpo de las personas, ¿sabemos qué relación tiene el estado físico, articular, energético, con la vida que esa persona lleva? La P.H.E nos sana y nos muestra con claridad la relación que existe entre el cuerpo y sus circunstancias. Y como lo puedes comprobar, ¡te asombras! Al explicárselo a la persona le das la oportunidad de pasar de sufridora sin remedio a protagonista exitosa de su salud, de la desorientación a la comprensión de cómo cultivar su vitalidad. El profesional sanitario pasa de "técnico de taller de organismos" a recuperar su ancestral función de sanador y orientador de vida.
La Biocuántica P.H.E. nos ayuda a tener fe en el presente y en el futuro.
En las medicinas complementarias, generalmente, no nos ha sido fácil tratar las cuestiones relativas al crecimiento, al aprendizaje, la atención o la hiperactividad. Hoy, al efectuarles la P.H.E., es decir, los conocimientos de la física cuántica aplicados a la salud, los padres vienen con esa gran sonrisa: "¡ya dio el estirón!", "¡ya no se constipa!", "¡el bebé ya no vomita!", "¡dejó de llorar por las noches!", "¡ya no tiene anginas!", "¡aprobó el examen!"...
Tanto en los adultos como en los niños, con la P.H.E. comprendemos a qué se debe nuestro malestar y qué necesitamos para mejorar. Los test en lo físico y en lo emocional muestran los elementos y las circunstancias origen de los dolores o síntomas: si fue una situación en el trabajo, en el cole, en casa, y con quién.
Con la Biocuántica P.H.E. detectamos y tratamos con precisión qué cromosoma o qué circunstancia estaba implicada en la falta de crecimiento, en la falta de atención, en la dificultad de hablar. Precisamos la parte que es física o genética –si la hay– en las cuestiones relativas a las facultades superiores.
También liberamos la energía en los meridianos de la acupuntura y situamos los procesos osteopáticos; comprobamos cómo el campo cuántico forma al campo bioenergético, y cómo éste materializa nuestro cerebro y el organismo.
"El médico me ha dado de alta de hipertensión y artrosis", nos decía ilusionada una mujer de 70 años que las padecía desde los 50. Otra mujer con lupus desde hacía muchos años, con mil plaquetas, a sus 60 años y sin operaciones está recuperando sus plaquetas, su vitalidad y alegría. "Antes siempre estaba agotada y sin ganas de nada", nos comenta con una gran sonrisa.
Cuando algunos profesionales de la salud leen esto y ven los videos en nuestra web donde en "Testimonios de formación" (www.marcelvega.com) colegas suyos explican los resultados sorprendentes que tienen con la P.H.E. en cuestiones de muy difícil pronóstico, ¡se quedan impresionados! Quienes vienen al curso descubren que es un sistema muy accesible, al alcance de cualquier profesional... ¡Incluso si está empezando! No utilizamos máquinas sino materiales totalmente biocompatibles con nuestros cuerpos.
La P.H.E. muestra a qué se debe una molestia, a qué órganos del cuerpo afecta y cómo... y qué valores llevan a una persona a tener tal comportamiento. Y nos trata esas formas de funcionar que no nos acercan a nuestros objetivos, atrayendo mejores relaciones y oportunidades.
Los profesionales de la P.H.E. complementan y dignifican la labor que hacían al tratar y comprender depresiones, ansiedades, etcétera. Al organizar lo endocrino, lo metabólico y situar las articulaciones de la columna vertebral. Al restablecer las bases anímicas que cultivaban los virus y bacterias. Al tratar con precisión cuestiones embrionarias y genéticas. Tienen más trabajo con colectivos para los que antes no se sentían preparados. Y te sanan cuando los análisis están perfectos y tú sabes que no estás bien: porque cuidamos el cuerpo y el espíritu. Mostramos cómo los factores invisibles, no medibles en sangre y orina, son más poderosos que los medibles. Aunque tenemos en cuenta todos.