Sayari Mati. Terapeuta Sexual
La sexualidad es sin lugar a dudas una fuente de disfrute, de placer y de gozo, y también lo es de sufrimiento, de proyecciones y de todo tipo de patologías.
En terapia sexual abordamos cualquier tipo de trastorno asociado a la sexualidad, entendiendo como sexo el acto de hacer el amor, los géneros (hombre/mujer y toda la variedad más allá del concepto binario) y también al propio genital lo llamamos sexo.
Las disfunciones sexuales más habituales y por las que se acude a consulta con mayor frecuencia son en el caso de las mujeres el llamado deseo sexual hipoactivo, que es un déficit de deseo y/o excitación, y en el caso de los hombres la eyaculación precoz, que es básicamente que se eyacule antes de lo que a uno le gustaría.
También, aunque en menor grado, se acude por impotencia, dispareumia (dolor genital en ambos sexos por coito) y vaginismo, que son espasmos de los músculos de la vagina del tercio externo que hacen el coito difícil o imposible.
Tod@s podemos pasar por algún período de nuestra vida en el que nos haya pasado algún episodio de este tipo.
Las disfunciones sexuales van asociadas casi en el 100% de los casos a factores psicológicos, por lo que cabe entender que en ocasiones somaticemos en nuestros genitales traumas o experiencias de cualquier tipo no resueltas.
En general, las características en las personas con algún tipo de disfunción sexual son:
• Ausencia de conocimientos de anatomía y desconocimiento de la necesidad de preámbulos en el sexo.
• Mitos y creencias disfuncionales en torno al sexo.
• Déficit de habilidades sexuales y limitación de conductas.
• Otros problemas psicológicos como la ansiedad, el estrés, el alcohol, las drogas o medicamentos.
• Problemas de pareja.
• Problemas de comunicación con la pareja.
Factores desencadenantes de las disfunciones sexuales:
• Falta de educación sexual. Moral errónea o castrante.
• Falta de buena comunicación con la pareja.
• Falta de autoconocimiento sobre el propio cuerpo, gustos, etcétera.
• Baja autoestima.
• Perpetuación de mitos.
• Falta de responsabilidad.
• Ideales de amor románticos.
• Las comparaciones odiosas.
• Poca creatividad erótica. ABC. Hacer siempre lo mismo en la cama.
Y las consecuencias directas son la disminución de la autoestima, evitar encuentros sexuales, periodos largos de inactividad, cuadros de ansiedad, pensamientos obsesivos, parálisis y depresión.
Como veis, es como el pez que se muerde la cola, por eso es importante abordarlo en cuanto surja y acudir a un profesional de vuestra confianza. Volver a tener una autoestima en equilibrio es fundamental para poder afrontar de nuevo el contacto sexual tras un bache desde un lugar sano.
Para ello entre muchas otras cosas es básico acudir a terapia para trabajarnos a nosotr@s mism@s y así darnos cuenta de lo que necesitamos, hacernos responsables de nuestros pensamientos, emociones, sensaciones y darnos el amor y el cariño que buscamos en el mundo exterior, en el Universo Otr@.
Esto es un trabajo interesante en el que se nos caen falsos mitos, creencias de qué es la pareja, de lo que socialmente debería ser pero que quizás, sinceramente no nos encaja, para así entendernos a nosotr@s mism@s, deconstruir para así empezar de nuevo desde un lugar más verdadero a nuestra naturaleza real.
Todo esto es un trabajo muy profundo que nos lleva a trabajar con nuestros patrones y bloqueos de fondo.
Otro trabajo fundamental a hacer en terapia sexual es conocer nuestro cuerpo, explorarlo desde un lugar de máxima presencia, de sentir las sensaciones, sin pretender ninguna respuesta concreta del cuerpo, simplemente conocer qué es lo que le gusta a nuestro cuerpo y lo que no.
Una vez está hecho todo ese trabajo con nuestro cuerpo, se trata de hacer lo mismo con la pareja o con el/la amante/s.
Una y otra vez, bajar de la cabeza al cuerpo. Solamente estar con la otra persona, tomar todo el tiempo del mundo, sin prisas, sin objetivos más allá de pasar un espacio de tiempo junt@s explorándose.
Y otra de las claves en la sexualidad: la comunicación.
Con el/la otr@/s aprendemos a poner límites, a escuchar las necesidades de la otra/s persona/s, a exponer qué es lo que nosotr@s necesitamos o nos gusta y a llegar a acuerdos y a consensos maduros en muchos casos y en otros casos, cuando la otra parte no quiere escuchar o simplemente no se está de acuerdo con las necesidades, se decide abandonar esa relación. Sólo que en este caso esta relación ha servido para entendernos más, para poner en práctica todo lo aprendido en terapia, para potenciar nuestra autoestima ya que nos conocemos en mayor profundidad y validamos lo que queremos, poniendo límites cuando corresponde y abriéndonos a las necesidades propias y a las de los demás sin proyecciones de ningún tipo.
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