Emi Zanón. Escritora y comunicadora
En abril de este año se hacía público el estudio realizado en el Servicio de Inmunología e Inmunoterapia de la Clínica Universidad de Navarra (CUN) y en el Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) sobre los excelentes resultados obtenidos con un nuevo fármaco contra el cáncer de hígado. Un fármaco que en vez de atacar el tumor, como se ha venido haciendo hasta ahora con las medicinas oncológicas, POTENCIA el sistema inmunológico para que éste actúe en consecuencia; y lo escribo con mayúsculas por su importancia en el evidente cambio de enfoque, en el evidente cambio de paradigma médico/científico. Lo cual me ha llenado de alegría.
Desde que venimos hablando en estos artículos del Nuevo Paradigma, de la nueva cosmovisión que empezó apenas unas décadas, hemos repetido que uno de los grandes cambios radica en el enfoque que le damos a las cosas. Somos conscientes ya de que obtenemos mejores resultados cuando "trabajamos a favor de lo que queremos conseguir", mucho más que cuando "peleamos o luchamos por ello".
Todos sabemos, por ejemplo, los efectos secundarios devastadores de los antibióticos (antivida) que dejan destrozada la flora intestinal, o los efectos devastadores de la quimioterapia convencional, que destruye tanto células tumorales como sanas.
Del cambio de enfoque de una actitud masculina de lucha, de dominio, hemos pasado o estamos pasando paulatinamente a una actitud femenina de colaboración, de apoyo, simple y llanamente porque nuestra evolución nos lleva a ello. Y la prueba la tenemos con este nuevo fármaco que apoya el sistema inmunológico para que sea él el que sabiamente contribuya (junto a otros factores que sabemos de vital importancia, como la actitud del paciente ante su enfermedad, hábitos, el entorno, etcétera) a solucionar el problema o desequilibrio del cuerpo. Desequilibrio o equilibrio que, sabemos ahora también, depende de la armonía y la buena comunicación entre nuestros tres cerebros: el pensante, el sintiente y el intestinal, o lo que es lo mismo, de nuestros pensamientos, nuestras emociones y sentimientos, y nuestra flora intestinal o microbiota. Sí. Has leído bien: microbiota.
A los más de 100 billones de bacterias que albergan en nuestro cuerpo físico ha empezado a dársele la importancia que tienen para nuestro equilibrio general. Nuestro tracto digestivo contiene cientos de millones de neuronas, prácticamente las mismas que nuestro cerebro, que segregan sustancias químicas similares a él, como la dopamina, el precursor de la serotonina, o el ácido gamma-aminobutírico, siendo por lo tanto nuestra flora intestinal una gran influyente en nuestra salud y nuestro comportamiento.
Algunos trastornos mentales como la depresión podrían tener su origen en el desequilibrio de la flora intestinal, se sabe ya por estudios científicos. Por lo tanto, una flora intestinal sana, equilibrada, conlleva un sistema inmunológico sano y equilibrado. Y ello es igual a salud y armonía en la buena comunicación entre todos nuestros sistemas internos (nervioso, endocrino, digestivo, óseo, etcétera).
Microcosmos, macrocosmos
Potenciar nuestra salud a través de una dieta diaria variada, rica en fibra, frutas y vegetales es una de nuestras responsabilidades por el respeto que le debemos a nuestro templo –como a mí me gusta llamar a nuestro cuerpo físico– y, especialmente, por el respeto que le debemos a esos billones de seres microscópicos que habitan en él. Seres vivos que habitan en un microcosmos llamado ser humano.
Microcosmos dentro de macrocosmos. Como es arriba, es abajo.
¡Mis felicitaciones a todos! Cada día vamos conociéndonos un poco mejor.
emizanonsimon.blogspot.com.es
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.