Luz Victoria Arango. Psicóloga Transpersonal
Mientras escribo estas líneas todo afuera habla de violencia, de sinsentido, de vidas cortadas de repente, de malos malísimos contra buenos buenísimos, de odio, de no rendirse, de dolor, de sorpresa y desgracia, de la fragilidad de la vida... El ánimo de las personas está cubierto por un manto de sombra y de incertidumbre. Ahora parece que el peso de la historia nos cae sobre la cabeza. Nos vemos envueltos en un torbellino de opiniones, de puntos de vista, de batallas, de luchas, de temores e historias de vidas truncadas por las circunstancias.
Este es un buen momento para observar nuestra necesidad de confirmar y validar nuestra identidad, eso que creemos que somos, frente a los eventos que vivimos. Apegados como estamos a nuestras creencias, sufrimos y nos defendemos de las vicisitudes y tememos a un futuro incierto que intentamos apuntalar con nuestras estrategias de control. Vivimos atemorizados, aferrados a la idea de una "vida buena", pero no nos permitimos experimentarla, porque nuestras estrategias de control necesitan de nuestra seriedad, de nuestro temor, de nuestra preocupación, de nuestra planificación.
Hoy veía en el telediario a una niña que se lamentaba de esas personas que murieron sin haber disfrutado de la vida. Y la vida sigue fluyendo, sin más. Ahora puede ser un buen momento para desconectar de nuestra necesidad de protegernos de lo que nos trae y experimentarla tal y como la podemos percibir.
Te propongo algo: para un momento. Respira, siente el aire que entra por tus fosas nasales y llena tu cuerpo de vida. Siente en la inhalación la fragancia de este instante. Tómate este momento para sentirte Aquí, no como un lugar, sino como un tiempo único en el que observas cómo los acontecimientos emergen y se diluyen: un pensamiento, un ruido, una persona, una emoción, otro pensamiento, una imagen que llama tu atención... Aquí emergen y se diluyen. Mientras respiras, observa sin juzgar, sin juzgarte, abierto a todo lo que puedes percibir. Curioso y atento. En este preciso momento no sientes la necesidad de defenderte, de dejar claro quién eres. Tampoco tienes la urgencia de no defraudar a nadie. No sientes el agobio o la prisa por llegar a ese tiempo en el que conquistas aquello que anhelas. De momento sólo respiras y te ubicas al fondo de todos los eventos. Un instante para sentir, con todo tu cuerpo, ese espacio en el que todo existe.
En un momento volverás a tu vorágine vital, a tu agobio, a la prisa, al tiempo, a la superficie de la experiencia vital. Volverás a la defensa de tu identidad y a la necesidad de oponerte a todo cuanto se cruce en tu camino. Eso ya vendrá y sabrás hacerlo. Para este instante y ve un poco más a lo profundo de este Aquí. Pueda que consigas ser tan pleno como anhelas en el futuro, pero si te fijas, ese estado ya lo puedes disfrutar Aquí. Respiras y sientes que todo tu cuerpo se alinea con la vida que fluye dentro y fuera de ti. Despreocupadamente lo observas y lo asumes todo. Incluso los juicios que siguen pasando por tu mente. Tu intención puede ser la de abrir tu corazón y tu mente a este momento, sin juzgar, y tu respiración te recuerda la intención de apertura que ahora decides experimentar.
Dedicar momentos a lo largo del día, para respirar y sentir cómo se presenta este momento, es un entrenamiento que nos permite ir entrando en contacto con esa conciencia que somos, que se experimenta a través de nosotros. Una perspectiva infinitamente más amplia de eso que creemos que somos.
@luzvictoria.arangocala