Quién es
Escritor y periodista suizo-inglés, Johann Eduard Hari es autor de dos libros que se encuentran entre los más vendidos del New York Times. El primero, “Tras el grito” y el más reciente, “Conexiones perdidas: causas reales y soluciones inesperadas para la depresión”, traducido a 28 idiomas y publicado en España por la editorial Capitán Swing. Ha recibido premios por sus publicaciones y además de ser columnista de The Independent, ha colaborado en The Huffington Post, New York Times, Los Angeles Times, Le Monde, El País, entre otros medios. En 2009 fue nombrado por The Daily Telegraph como una de las personas más influyentes en Gran Bretaña. Amnistía Internacional lo nombró dos veces como el “Periodista nacional del año”.
Aurelio Álvarez Cortez
-¿La depresión es una cuestión de genes, Johann?
-Hay evidencia científica de nueve factores que conducen a la depresión. De hecho, dos de ellos están en nuestra biología: tus genes pueden hacerte más sensible a estos problemas, y hay cambios cerebrales reales que ocurren cuando te deprimes y pueden dificultar la salida. Pero la mayoría de esos factores no se encuentran en nuestra biología. Por ejemplo, si estás realmente solo, si te sientes controlado en el trabajo o si no interactúas con el mundo natural, es mucho más probable que te deprimas.
Los genes solos no pueden lograr la depresión. Así como a algunas personas les resulta difícil aumentar de peso, a otras les es fácil conseguirlo; esto es genético, pero no está escrito su destino. Incluso las personas que encuentran más fácil engordar, como yo, pueden adelgazar si se les ayuda a hacer los cambios correctos en su vida.
-¿Depresión e infelicidad son sinónimos?
-La depresión y la infelicidad existen en un espectro. La depresión es una forma muy extrema de infelicidad. Pero claramente son muy diferentes. Caer en tu habitación es muy distinto a caerte de un acantilado, aunque ambas son formas de caerse.
Una de las maneras en que sabemos esto es que si observas las nueve causas de la depresión y también de la ansiedad de las cuales hay evidencia científica, encontrarás algo interesante. Estos factores hacen que en esta cultura la mayoría de las personas se sientan más tristes de lo que estarían de otra forma.
-¿A qué te refieres?
-Ha quedado demostrado que una especie de valores basura se han apoderado de nuestras mentes y nos han enfermado mentalmente. En este sentido, la investigación del profesor Tim Kasser sugiere algunas ideas cruciales. Cuanto más pienses que la vida trata solo de comprar cosas y presumirlas, de cómo te ven otras personas, es más probable que te deprimas y te sientas ansioso en un modo realmente significativo. Como sociedad, nos hemos vuelto mucho más impulsados por estas fuerzas.
Como me dijo el profesor Kasser, vivimos en una máquina diseñada para que descuidemos lo que realmente importa en la vida. Nos bombardean constantemente con mensajes que nos dicen que busquemos la felicidad en lugares equivocados.
-Y la soledad campea a sus anchas.
-Somos la sociedad más solitaria de la historia de la humanidad. En un estudio reciente se preguntó a los estadounidenses “¿cuántas personas te conocen bien?”, la mitad de los encuestados respondió “nadie”. En España no es tan así, pero puede pasar. Estuve mucho tiempo hablando con el profesor John Cacioppo, en Chicago, un experto a nivel mundial en el tema de la soledad. Me dijo: “¿Por qué existimos? Una razón es que nuestros antepasados en las sabanas africanas eran realmente buenos en una cosa. No eran más grandes ni más rápidos que los animales que cazaban, pero eran mejores para unirse en grupos y cooperar”. Al igual que las abejas evolucionaron para vivir en una colmena, los humanos evolucionaron para vivir en una tribu.
Somos los primeros humanos en tratar de disolver nuestras tribus. La depresión me enseñó “no seas tú, sé nosotros”. ¡Seamos nosotros! Lo que deberíamos aspirar es a ser parte de una tribu.
-¿Sobre qué fundamentos puede afirmarse que la depresión no es un desequilibrio químico o una falla cerebral?
-En 2017 la Organización Mundial de la Salud en su declaración oficial para el Día Mundial de la Salud afirmó que “la narrativa biomédica dominante de la depresión se basa en el uso sesgado y selectivo de los resultados de la investigación que causa más daño que bien, socava el derecho a la salud y debe abandonarse”. Una creciente base de evidencias, sostuvieron los autores de la OMS, señala causas más profundas de la depresión, por lo que, si bien los medicamentos tienen cierto papel, debemos dejar de usarlos para abordar problemas que están estrechamente relacionados con problemas sociales. Y manifestaron que “necesitamos pasar de enfocarnos en desequilibrios químicos a enfocarnos en desequilibrios de poder”.
Existe un amplio consenso entre los científicos en que hay tres tipos de causas de depresión y ansiedad, y que los tres se desarrollan, en diferentes grados, en todas las personas deprimidas y ansiosas. Esas causas son biológicas (genes), psicológicas (cómo piensa sobre usted) y sociales (las formas en que vivimos comunitariamente). Las soluciones psicológicas se han descuidado cada vez más y las soluciones ambientales se han ignorado casi por completo.
Decir que la depresión es provocada simplemente por un desequilibrio químico es una simplificación extrema, inventada por los equipos de relaciones públicas de las compañías farmacéuticas. Necesitamos entender este problema en toda su complejidad.
-¿Existe cierto secreto sobre los estudios realizados para la fabricación de antidepresivos?
-La verdad sobre los antidepresivos químicos es bastante simple. Lo sabemos por los principales expertos de Harvard y Yale, gracias a sus investigaciones. Es cierto que los antidepresivos químicos brindan alivio a algunas personas, lo cual es muy valioso, pero lamentablemente el mejor estudio a largo plazo, que se llama Ensayo Star-D, muestra que la mayoría de las personas que los toman se deprimen nuevamente con el tiempo.
Por lo tanto, los antidepresivos químicos tienen algún valor, y mi consejo para cualquiera que los tome y que esté experimentando beneficios, como lo hice yo inicialmente, es continuar tomándolos. Pero debemos ser honestos: por sí solos, para la mayoría de las personas, no son suficientes para resolver el problema. Durante treinta años se han estado prescribiendo más y más antidepresivos, y cada año la depresión y la ansiedad han seguido aumentando.
-¿Es mejor hablar de salud emocional que de salud mental?
-Hablar solo de “salud mental” hace que las personas se imaginen cerebros y vean este problema como algo biológicamente simplista. Hablar de “salud emocional” nos ayuda a ver este problema más en el contexto de nuestras vidas.
La doctora Joanne Cacciatore estudió la cuestión del duelo en detalle después de que su propia hija Chayenne muriera durante el parto. Ella me dijo que nuestra cultura está cometiendo un error básico sobre el dolor, mucho más allá del dolor. “No consideramos el contexto", me comentó. Actuamos como si el dolor ocurriera en el cerebro, desconectado de la vida. "Somos una cultura completamente desconectada, simplemente no entendemos el sufrimiento humano", comenta ella.
-¿Cuánto tiempo es necesario para superar el dolor traumático?
-No se trata de tiempo, se trata de lo que sucede en ese momento.
Tuve una depresión bastante severa durante mucho tiempo. En mi caso, había experimentado un abuso grave de un adulto cuando era niño. Nunca quise pensar o hablar de ello porque no quería darle poder sobre mí. Pero en el proceso de escribir mi libro sobre depresión y ansiedad entrevisté a los principales expertos que han demostrado cómo el trauma infantil puede causar depresión, así como todo tipo de problemas en adultos, como la obesidad y la adicción. Ellos me enseñaron algo realmente importante que habían encontrado en su investigación. No es el abuso lo que te destruye, es la vergüenza del abuso. Y si puedes encontrar lugares seguros para liberar esa vergüenza que sientes, puedes liberarte de la depresión. Las personas que sufren abuso infantil a menudo internalizan la voz de su abusador, piensan que no merecen ser tratadas con amor y cuidado. Una conexión segura y amorosa que te ayude a liberar tu vergüenza ayudará a liberarte de esas voces abusivas en tu mente.
La evidencia muestra que reducir la vergüenza cura profundamente y puede reducir la depresión y la ansiedad.
-¿Qué poder tiene el trabajo jerárquico y desigual para causar depresión?
-Hay una incuestionable certeza de que los seres humanos necesitamos sentir que nuestras vidas tienen sentido, que estamos haciendo algo con un propósito que marca la diferencia. Es una necesidad psicológica natural. Si no tienes control sobre tu trabajo, es mucho más probable que te estreses y, sobre todo, te deprimas. Si los humanos tenemos una necesidad innata de sentir que lo que estamos haciendo, día a día, es significativo, cuando estamos controlados no podemos crear significado a partir de nuestro trabajo.
La depresión de muchos de mis amigos, incluso aquellos con trabajos muy cualificados, que pasan la mayor parte de sus horas de vigilia sintiéndose controlados y no apreciados, comenzó a parecer no un problema de sus cerebros, sino de su entorno.
En Baltimore, Meredith Keogh solía despertarse todas las mañanas con el corazón acelerado por la ansiedad que sentía por su trabajo en una oficina. Así que dio un paso audaz, que para mucha gente era una locura. Su esposo Josh y sus amigos habían trabajado durante años en una tienda de bicicletas, donde constantemente se sentían inseguros, y la mayoría de ellos estaban deprimidos. Entonces decidieron establecer su propia tienda de bicicletas, pero quisieron hacerlo de manera diferente: en lugar de tener un jefe dando órdenes, resolvieron dirigirla democráticamente como una cooperativa.
Cuando fui a su tienda, Baltimore Bicycle Works, el personal me explicó cómo, en este ambiente diferente, la depresión y la ansiedad persistentes habían desaparecido en gran medida. Se habían ocupado de sus necesidades psicológicas insatisfechas que los hacían sentir tan mal, dándose autonomía y control sobre el trabajo.
Me dijeron que no había necesidad de administrar el negocio de forma humillante y deprimente. Podían hacerlo como trabajadores que gestionan sus propios puestos de trabajo.
Es un argumento para que nos unamos como ciudadanos y democraticemos nuestros lugares de trabajo, en los que pasamos la mayor parte de nuestras vidas. En "Conexiones perdidas" hablo sobre cómo podemos hacerlo.
-¿Internet es un medio de escape gracias al capacidad de distracción que tiene?
-Para encontrar las respuestas a esta pregunta fui al primer centro de rehabilitación de adictos a Internet en los Estados Unidos, en Spokane, Washington. La doctora Hilarie Cash, su fundadora, me dijo: “¿Qué consiguen los jóvenes en los juegos online? Cosas que solían obtener de la cultura pero que ya no pueden lograr”. Tienen un sentido de tribu, sienten que están siendo vistos y de que se mueven físicamente, a pesar de que las cifras sobre niños que salen físicamente de su casa son sorprendentemente bajas, como si fueran prisioneros. Y además están teniendo la sensación de que son buenos en algo.
También debemos pensar en el momento en que llegó Internet. Muchos de los factores que está impulsando son la desconexión, los valores basura, la soledad. Ed Hallowell, experto en problemas de atención, afirma que "como sociedad, hemos reemplazado la conexión con la estimulación".
Lo interesante es que llega la tecnología y se parece mucho a las cosas que hemos perdido, como los amigos… pero aquí están los amigos de Facebook, ¿verdad? Pero no se trata solo de lo que hemos perdido, sino de la trampa en que caemos. Una frase que la gente siempre usa en los programas de Los 12 Pasos dice: "Nunca se puede tener suficiente de algo que no es suficiente".
Así que tenemos que entender que cuando nuestros adolescentes no están contentos, no hay ningún defecto en ellos. Lo más importante es que nos unamos y forjemos una sociedad más saludable, una que realmente satisfaga sus necesidades.
-Dices que al reconocer el poder de la naturaleza, las preocupaciones se empequeñecen y te sientes vivo. Una hermosa forma para salir de la oscuridad.
-Está demostrado que la exposición al mundo natural reduce la depresión. En la prisión estatal del sur de Michigan en la década de 1970 hubo, por casualidad, un experimento que exploraba algunas de estas ideas. Debido a la forma en que se construyó la cárcel, la mitad de las celdas de los presos se asomaba a las tierras de cultivo y árboles, y la otra mitad daba a las paredes de ladrillos desnudos. Un arquitecto llamado Ernest Moore estudió los registros médicos de estos diferentes grupos de reclusos, que no se distinguían de ninguna otra manera, y descubrió que si alguien estaba en el grupo que podía ver el mundo natural, tenía un 24 por ciento menos de posibilidades de enfermarse física o mentalmente.
El profesor Howard Frumkin, uno de los principales expertos en este tema en el mundo, me dijo que si tuviéramos un medicamento para el cual los resultados preliminares mostraran tal eficacia, estaríamos investigando más ese fármaco. Este tratamiento tiene muy pocos efectos secundarios, no es costoso, no requiere un profesional capacitado o con licencia para recetarlo, y ha dado muchas pruebas de su eficacia.
La depresión está atrapada en tu propio ego. Lo que la naturaleza hace a menudo es darle una sensación de liberación, una sensación de que el mundo es grande y que uno es pequeño y parte de un tapiz de la vida mucho más grande.
-Por todo lo que has expresado, ¿es urgente cambiar la cultura de nuestra sociedad?
-El gran escritor indio Krishnamurti dijo que no es señal de buena salud estar bien adaptado a una sociedad enferma. Si te encuentras deprimido, ansioso, no eres débil. No estás loco, ni eres una máquina con piezas rotas. Eres un ser humano con necesidades insatisfechas. Estás rodeado de personas que anhelan la misma reconexión, y podemos comenzar hoy.